ECOS DE LA ROMERÍA DE LA ASUNCIÓN
Fue el Excmo. y Rvmo. Monseñor
Salvador Quezada Limón, quien diera inicio a la muy bella tradición
de las peregrinaciones en honor de la Santísima Vírgen María en su
advocación de la Asunción, quizás la mas feliz de las diversas
advocaciones bajo las que se le venera, (sólo en España son mas de
trescientas, lo que da cuenta del acendrado comarquismo del reino),
pasado el penoso trance de la pasión, según el dogma luego de la
Resurrección gloriosa, Jesucristo asunta a su madre después de su
dormición. La imagen que se venera en la Santa Catedral Basílica es
muy hermosa y la que remata la Romería en el carro triunfal, copia
de aquella, es custodiada, tengo entendido, por el Consejo de
Caballeros de Colón “Agustín de Iturbide” en su sede frente al
jardín de San Marcos. Es probable, no lo se de cierto, que la
inspiración llegase a Monseñor Quezada, con las romerías que se
daban cuando los primeros días del Seminario Diocesano en Jardines
de la Cruz. Caravanas de fieles de diferentes puntos de la diócesis
llevaban sus donativos para contribuir a la erección del seminario,
que además del valioso significado para los creyentes, es un
patrimonio arquitectónico para la ciudad, particularmente la
capilla, diseño del arquitecto Francisco Aguayo, a quien se debe
también la escalinata monumental del Palacio de Gobierno, la fachada
del templo del Señor de los Rayos y las farolas de la extinta Plaza
de Armas, ahora dispersas en la ciudad.
Una fiesta popular, arraigada en el
fervor mariano de los aguascalentenses que vemos como un factor de
unidad la celebración de la Romería, incluso al margen de las
creencias, como expresión de identidad en torno a un símbolo que
compartimos. Por cierto que en relación al nombre original de la
Villa se han tejido elucubraciones a partir de que en el acta de
reconocimiento, que no de fundación, se señala el nombre de Villa
de la “Ascención” que tiene un significado muy diferente al de
“Asunción”. La ascención es de quien lo hace por sus propias
facultades o atributos, en el caso se referiría a la subida al cielo
de Jesúscristo en cuerpo y alma gloriosa, en tanto que “asunción”
hace referencia a que la persona es subida por las potestades o
facultades de la otra. Hay quienes opinan que efectivamente la
advocación o patrocinio bajo el que se colocó a la Villa fue la del
Señor Jesús, y que por un error debido a la confusión de los
nombres terminó por venerarse a su Santa Madre. Hay otros, los mas,
que consideran que solamente se trató de un error de escritura,
simple y llanamente al escribano se le fue la “e” por la “a”,
o, ¿por qué no?, una opción mas, sería que al solicitar el
reconocimiento de la Villa efectivamente se haya pensado en la
Ascensión y dado el aspecto “mariano” de la colonización de la
altiplanicie por los monjes españoles se optó luego por la
Asunción. Las apariciones de la Virgen de Guadalupe, la previa
aparición en Tlaxacala a un indio también de nombre Juan de la
Virgen del Refugio traída por Hernán Cortés, venerada en la
capital del virreinato y sustituida (estuve a punto de escribir
irreverentemente suplantada) luego por Nuestra Señora de Guadalupe.
La devoción a la Virgen bajo diversas advocaciones en las distintas
ciudades del centro de la república: Querétaro, Celaya, Guanajuato,
León, Lagos, Encarnación, San Juan de los Lagos, hasta Guadalajara,
y Zacatecas, Fresnillo, Durango, Saltillo, Monterrey, y como ahora se
dice, un largo etcétera, respalda la idea de que sin duda
Aguascalientes era y es de la Asunción. Aunque merece la pena
recordar que la veneración a San Miguel Arcángel estuvo muy
acendrada, al extremo de que fue considerado patrono de la diócesis
y la influencia franciscana se reflejó en que el Santo de Asis fue
el patrono de la ciudad.
El recorrido de la Romería se ha
ampliado, lo que brinda la oportunidad de que la aprecien un mayor
número de personas sin tanta apretura e incomodidad. Este año,
quizás por la amenaza de la lluvia y dado que el que se moja con una
tromba hasta al chipi chipi le saca, pareció haber una menor
afluencia de público. Es de resaltar el orden y ahora sí, la
puntualidad, aunque resultó un tanto, por no decir un mucho monótono
el desfile previsible de los grupos de matlachines algunos con
nombres tan curiosos como “olmecas” o “mayas” que obviamente
se apartan del origen y la tradición de nuestras danzas. Merece la
pena destacar que se han recuperado las melodías, que en violín
acompañan a las danzas y que marcan no sólo el ritmo sino los
diferentes pasos de las diversas danzas. En algún tiempo casi
olvidadas porque se perdían en la barahúnda de la ciudad, Víctor
Solís del Instituto Cultural, luchó por el rescate y lo consiguió.
Ahora, gracias a la tecnología moderna con pequeñas baterías y
grandes amplificadores el sonido del violín por su timbre se impone
a las tamboras, que hasta en grupos de cinco traen ahora las danzas.
Es de resaltar la presencia de los
grupos juveniles que aportaron sus buenas dosis de alegría y
entusiasmo y que permiten augurar que esta tradición continúe, y
por que no, crezca y mejore. A simple vista, sin embargo, la
impresión es que en los carros alegóricos se perdió algo de
creatividad y frescura que aportaba el trabajo de las diferentes
parroquias de la diócesis. Detalles incluso naive que con su
ingenuidad y sencillez y la utilización de elementos propios de cada
lugar, digamos las guayabas en Calvillo, las tunas en Loreto, los
sarapes en Teocaltiche, las cobijas en Villa García, etc.. Quizás
sea una apreciación incorrecta pero fueron tan parecidos los carros
y los elementos tan similares que hacen pensar en una uniformidad no
casual.
El prietito del arroz, estuvo, como
la ha estado en el tratamiento de los puestos ambulantes, en el
Ayuntamiento de la capital. Uno no entiende porque han decidido
transformar el centro de la ciudad en un tianquis, con multitud de
puestos de fritangas insalubres, mugrosas y contaminantes, y puestos
de venta de chucherías plásticas, de piratería y dudosas
artesanías que nada tienen que ver con las tradiciones de
Aguascalientes. Una nota mala adicional: los organizadores y los
supervisores (Ayuntamiento) olvidaron que aunque el quincenario y su
culminación en la Romería, tiene origen en una necesidad
“espiritual” los romeros, los curiosos, los vendedores, los
simples transeúntes, producen compuestos orgánicos de desecho que
tienen necesidad de expeler y lo hacen donde pueden convirtiendo la
Plaza de Armas en un giganteso urinario y en algo “pior” de mayor
consistencia, y ya se sabe que “pior” es peor que peor. Falta de
previsión y falta de vigilancia. ¡No hay derecho!.
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