VIVIR EN UN PALACIO
El
presidente Lic López Obrador anunció que ya se cambió a vivir a
Palacio Nacional, en una vivienda que construyó el presidente Felipe
Calderón, aunque aquél oficialmente siempre residió en los Pinos.
Una
cierta nostalgia de lo que no tuvimos hace que los mexicanos nos
refocilemos en las ideas de realeza, nobleza, y la parafernalia y
protocolos que la rodean. Aunque no tuvimos reyes, tuvimos dos
emperadores efímeros: Agustín de Iturbide y Maximiliano de
Habsburgo, otro casi, que fue Su Alteza Serenísima, que al parecer
lo que menos tenía era serenidad, especialmente en presencia hasta
de una escoba con faldas. Un monarca también efímero que fue Benito
Juárez, coronado dos veces con sendas coronotas de oro blanco que
custodia el Museo Nacional de Historia del Castillo de Chapultepec,
otro monarca, muy duradero, aunque también con título de presidente
como Don Benito, que fue el General Porfirio Díaz, y desde luego la
monarquía sexenal hereditaria instituida por el Partido Nacional
Revolucionario, que cambio de nombre por el de Partido Revolucionario
Mexicano, y finalmente cuando la revolución se bajó del caballo
cambió nuevamente de nombre para terminar siendo Partido
Revolucionario Institucional, ahora al borde de la extinción.
Tenemos
reyes y reinas para todo. De carnaval, de las ferias, de los
aniversarios, de los torneos, del deporte, de los casinos, de las
escuelas, creo que sólo nos faltan “reinas” de las elecciones.
Palacios para todo: palacio del arte, palacio de fierro, palacio de
correos, palacio de minería, palacios municipales (aunque sean
construcciones mediocres), palacios de gobierno (aunque los
gobernantes sean originarios), palacios de justicia (aunque la
justicia sea el inquilino ausente), palacios legislativos (donde
trabajan algunos asesores y los legisladores ...legislan). Conjuntos
musicales reales: la reina de la cumbia, el rey del mambo, los reyes
del swing, el rey del narcocorrido, el rey de la salsa, etc.. No
digamos en la delincuencia porque desde reyes de barrio hasta reyes
de anfetaminas. El palacio o la nobleza, ¡que duda cabe” son
símbolo de estatus, y si no lo tenemos, lo inventamos ¡faltaba
mas!.
Recuerdo
que mi pariente Juan López, cronista de Guadalajara, platicó en su
última visita a Aguascalientes, cuando vino a recoger sus pasos,
poco antes de morir, que durante la etapa llamada “El rescoldo” o
la Segunda Cristíada, alrededor de 1935, su padre decidió (su
segundo y último acto de autoridad familiar, pero eso es otra
historia), trasladarse con su familia de Mexticacán a
Aguascalientes, en donde la segunda niñez de Juan transcurrió.
“Ustedes, pobres plebeyos, yo pasé mi niñez en un Palacio”, y
es que su padre consiguió, trabajo como conserje de Palacio de
Gobierno y se hacía acompañar del pequeño Juan, al que no habían
podido colocar en una escuela.
Cuando
el “Consejo de los pueblos originarios” o algo así, que es un
invento relativamente reciente, con todo y su Gobernador Nacional
Indígena, que ha de ser algo así como Presidente Legítimo de
México, le entregó el Bastón de Mando en una ceremonia en que
estuvieron
presentes 32 gobernadores indígenas, pensé
que, aparte del anacronismo, habría un desconocimiento de que
nuestro país ya es por decreto constitucional una nación
pluricultural y pluriétnica, lo que de ninguna manera autoriza la
existencia de un gobierno paralelo. Luego, cuando el sainete de la
petición de disculpas a la Corona Española, por lo que hicieron
varias coronitas agrupadas, hace 500 años, a varias etnias divididas
sin noción de nación ni de estado, pero que venía bien para la
promoción de imagen como representante de los que han dado en llamar
pueblos originarios,
denominación
bastante elástica, porque, por ejemplo, los aztecas tenían apenas
poco mas de un centenar de años asentados en el valle de México,
cuando llegaron los españoles, habiendo
desplazado a los “anteriores” originarios. ¿Cuándo iba a pensar
uno, u otro, que el Presidente López Obrador, recipiendario del
“Bastón de Mando de los Pueblos Originarios” (whatever that
means, lo escribo así, porque es mas probable que los tzotziles, lo
entiendan mas fácil que en raramuri, o los wixarikas que en maya). ¿Cuándo
iba uno a pensar, digo, que el Presidente de los Pueblos Originarios,
se iría a vivir al Palacio construido sobre las ruinas de las casas
de gobierno de los mexicas, símbolo sin duda de la conquista o el
avasallamiento (¡Saludos Angelito, donde andes!), de
la destrucción de un mundo y de una cosmovisión y el asentamiento
de los poderes del invasor (yo prefiero llamarle mi antepasado, pero
cada quien se ubica como quiere, o como puede).
Lo razonable, lo congruente, a mi parecer, era haberse ido a vivir a Milpa Alta, en lo que llaman Ciudad de México, aunque sea bastante rural, que es de los asentamientos indígenas que se conservan en el Valle de México, aunque se trasladara a trabajar en un camión como hacen los sufridos habitantes de la ciudad, e incluso, se podría aprovecha el recorrido para llevar a cabo la “mañanera”, en un camión acondicionado, de esos que quién sabe por qué llaman tranvía, que podría acomodar mas de un centenar de “comunicadores”. Pero no, prefirió irse a vivir al Palacio, donde vivió uno de los grandes perseguidores de los indígenas de este país: Benito Juárez, y desde donde gobernó otro de sus peores perseguidores: Porfirio Díaz, sin contar la retahíla de gobiernos revolucionarios y neoliberales, sin contar tampoco la anunciada destrucción del habitat de muchos pueblos “originarios” de la región maya.
Lo razonable, lo congruente, a mi parecer, era haberse ido a vivir a Milpa Alta, en lo que llaman Ciudad de México, aunque sea bastante rural, que es de los asentamientos indígenas que se conservan en el Valle de México, aunque se trasladara a trabajar en un camión como hacen los sufridos habitantes de la ciudad, e incluso, se podría aprovecha el recorrido para llevar a cabo la “mañanera”, en un camión acondicionado, de esos que quién sabe por qué llaman tranvía, que podría acomodar mas de un centenar de “comunicadores”. Pero no, prefirió irse a vivir al Palacio, donde vivió uno de los grandes perseguidores de los indígenas de este país: Benito Juárez, y desde donde gobernó otro de sus peores perseguidores: Porfirio Díaz, sin contar la retahíla de gobiernos revolucionarios y neoliberales, sin contar tampoco la anunciada destrucción del habitat de muchos pueblos “originarios” de la región maya.
Pues
así pasa cuando sucede, estamos fregados todos ustedes menos mi
compadre también. Salvo los “príncipes de la Iglesia”, el señor
del Palacio de Hierro, los del Palacio de Iturbide, los de las Casas
Blancas, Peña o Durazo, y otros de similar ralea, los demás
mexicanos que no formamos parte del 1% de la población que detenta
el 40% de la riqueza del país, nos conformamos con vivir en casas
sencillas, modestas y en el mejor de los casos funcionales.
Probablemente, así lo espero, el descuidado lector no forme parte
del 50% de la población que tiene que vivir con 3.50 pesos diarios
según OXFAM.
El
presidente que ha sido electo más democráticamente, ahora vive
aristocráticamente en Palacio Nacional. Su trabajo le ha costado.
bullidero.blogspot.com facebook jemartinj twitter @jemartinj
Nada les embona, si regresan espacios públicos, como los Pinos no les gusta, si hubiera optado por casa nueva en la del Valle que, que gasto
ResponderEliminarY no se diga si se hubiera ido a la luna que es lo muchos quisieran.
Muy bonito rollo histórico aunque se le olvida la alternativa del Castillo de Chapultepec de Plutarco y el viaje mortal de Madero.
ResponderEliminarY si hay palacio de Iturbide -ahora de un banco -también se olvida la casa Cárdenas en la Hormiga.
También podían haber expropiado-por causa de interés público- el Monte de Piedad puesto que allí estaban las casas de Moctezuma.
SI FUERAMOS MAS RICOS…
ResponderEliminarUna estación espacial geoestacionaria más o menos sobre Fresnillo seria lo indicado para casa presidencial
Claro que no faltaría el que diría: como “Gran Hermano” para vigilarnos a todos