EL SEXENIO DE LA MUERTE
Entre
los dimes y diretes que la contienda política ha desatado, quizás
los datos duros más dramáticos por su incontestable veracidad y su
hondo calado en la sensibilidad de la población y la estabilidad del
país, es un recuento rápido de las personas muertas o desaparecidas
durante los últimos seis años. Más de 120,000 muertos en hechos
violentos, más
de 30,000 desaparecidos, 102 periodistas asesinados y sólo en la
actual campaña electoral 120 políticos también asesinados. No
recuerdo que en la era del México moderno, digamos de la Segunda
Guerra Mundial para
acá,
ningún presidente de la República haya llegado mas desprestigiado
al final de su sexenio que Enrique Peña Nieto, ni siquiera Gustavo
Díaz Ordaz que, no obstante la sonada rechifla de la inauguración
del Campeonato Mundial de Futbol de 1970, mantuvo fuera del Distrito
Federal una mediana aceptación, ni siquiera Luis Echeverría que fué
objeto de una orquestada campaña de desprestigio, ni tampoco Felipe
Calderón, de quien se dice que sus decisiones
terribles, como la “declaración de guerra al narco”, que después
matizó como “el combate a la delincuencia organizada”, son
atribuíbles al delirium tremens. Nadie como Peña Nieto para
concitar el repudio generalizado de la ciudadanía de México. Nadie
como él para ser el blanco de críticas y burlas, que lo peor del
caso, es que tienen fundamentos reales.
¡Vamos! Ni siquiera Vicente Fox con su famosísimo “Comes y te vas”, rozó los niveles de estulticia del Presidente Peña con su ignorancia supina: incapaz de recordar tres nombres de libros, mentecato que no distingue un siglo de una década, ignorante que no sabe las capitales de los estados del país que gobierna, y eso solo por mencionar tres de las mas obvias tonterías en público. ¡Imaginemos como son las que perpetra en privado!.
¡Vamos! Ni siquiera Vicente Fox con su famosísimo “Comes y te vas”, rozó los niveles de estulticia del Presidente Peña con su ignorancia supina: incapaz de recordar tres nombres de libros, mentecato que no distingue un siglo de una década, ignorante que no sabe las capitales de los estados del país que gobierna, y eso solo por mencionar tres de las mas obvias tonterías en público. ¡Imaginemos como son las que perpetra en privado!.
Peña
Nieto llegó al poder luego de dos sexenios decepcionantes de
gobiernos panistas. El del ocurrente
y pintoresco L.A.E. Vicente Fox, experto vendedor de cocacolas, que
llegó a la presidencia aprovechando el desplome en caída libre de
los gobiernos priístas a partir de Miguel de Lo mas gris, y
conjugando como decía Martín Luis Guzmán, el único verbo que se
conjuga en la política mexicana: madrugar. Fox les madrugó a sus
compañeros del PAN y cuando acordaron ya se encontraba en plena
campaña. Calderón, por el contrario, tenía una trayectoria y una
experiencia en la militancia de su partido, pero ni el madrugador ni
el perseverante lograron dar un viraje al gobierno del país, que
permitiera a la ciudadanía seguir pensando en Acción Nacional, como
una opción esperanzadora para el gobierno del país. Esa coyuntura
facilitó el arribo de Enrique Peña Nieto que encarnando plenamente
la teoría de la Post-democracia, llegó al poder porque estaba guapo
(ahora, el sexenio ha hecho estragos, su cercanía es experimentar la
tensión y el desasosiego), porque se le construyó una imagen,
porque se le dotó de una compañera popular en ese momento (que
después se supo por lo que gastaba, que debió haber ganado mas que
el dueño de Televisa), porque se le fabricó como un producto y se
le ofreció como una mercancía con una campaña política de
auténtico mercadeo, y el ciudadano decepcionado de blanquiazules
volteó nuevamente sus ojos al tricolor. ¡Craso error!.
Los
fines tradicionales del Estado, los que citaban los clásicos, para
los que trabajaba el Derecho, son el Bien Común, la Seguridad y la
Justicia. Los mínimos que un gobierno debe asegurar a su población,
son: un bienestar compartido en el que los satisfactores
indispensables estén al alcance de todos y cada uno de sus
ciudadanos, México es un país con 60 millones de personas que no
saben si el día de mañana tendrán algo que comer, frente a eso no
hay cifras alegres que valgan; la
seguridad y la justicia del país quedaron expresadas con mas que
claridad con la cifras que cité al principio. Un país en que aún
en Aguascalientes, que es una ciudad relativamente tranquila en el
contexto nacional, vivimos como en estado de sitio, teniendo que
soportar las patrullas del ejército y de las policías que ocultos
sus rostros con pasamontañas, en sus recorridos nos apuntan a los
ciudadanos como si fuéramos los delincuentes que buscan combatir. En
que no falta una semana que tengamos que lamentar homicidios,
levantones, encobijados, descuartizados. En
que la impotencia policíaca se vuelca en maltrato y tortura,
actuando en ocasiones como escuadrones negros. Pero el consuelo es
que es mal de muchos.
Decepcionados
de los resultados de los últimos sexenios en la presidencia de la
república, por lo tanto en el país, no tiene nada de extraño que
la mayoría de los que piensan votar el próximo primero de julio
piensan votar por la opción que les significa Andrés Manuel López
Obrador, nada importa si su esposa es nazi o la misma reencarnación
de Adolfo Hitler, no es relevante que alguna vez haya agarrado
papalinas al estilo Calderón, no le hace mella que le cuelguen mas
milagritos que a la Guadalupana, a quien le importa que haya
petenecido al PRI y al PRD, es de risa que se le ataque porque fue un
fósil universitario, no es trascendente que haya copiado de
Alfonsín, el argentino, el nombre y las estrategias, etc., etc.. La
realidad es que, como dice su lema, “...es la esperanza de México”.
No
se si ganará López Obrador, lo mas probable dadas las
circunstancias es que lo haga, lo que si se, es que una gran cantidad
de mexicanos votarán por él, simple y sencillamente porque es el
único candidato que hace pensar en la posibilidad de un cambio.
Porque
los mexicanos viven en temor constante no les asusta el temor que les
han querido infundir. Porque viven en la incertidumbre de tener un
ingreso seguro, una vejez digna, una salud garantizada, una seguridad
mínima. Porque sexenio tras sexenio las promesas se multiplican y
los bienes se dividen. Porque la brecha entre los mas ricos y los mas
pobres de México se ha vuelto insultante. Porque muchas familias ven
salir a sus miembros a buscar horizontes de trabajo y de justicia y
no saben si regresarán. Porque los mínimos vitales se han vuelto
mas mínimos y la vida cada vez mas insoportable. Porque hay una
lista interminable de “porques”.
¡Vaya!
Quizás esta elección yo deje de votar por Francisco Primo de Verdad
y Ramos como siempre lo había hecho.
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