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CAMPAÑA CONTRA LA CNDH, CHERCHEZ LA AUTORITÉ.
"Ah!
yes, I know most time when those men lose money you say 'Cherchez la
femme' - there is somewhere the woman." Cherchez
La Femme, de
O. Henry.
La frase, aunque está en francés,
parece ser mas conocida fuera de Francia que en ella misma. Alejandro
Dumas, padre, la acuñó en su novela Los Mohicanos de París, en
la que su protagonista el detective Monsieur Jackal infiere que una
mujer debe estar involucrada en el crimen que investiga y propone
Cherchons la femme (busquemos
a la mujer), lo que se ha repetido con una cierta carga machista, al
suponer que tras de todo crimen se encontrará un elemento pasional y
a la mujer que lo inspira. Podría decirse, y a eso me aventuro, que
tras de toda campaña mediática de ciertos columnistas podría
decirse con razón busquemos a la autoridad,
o peninsularmente buscad a la autoridad. Y
esto viene a cuento, como si no, por la campaña mediática desatada
por columnistas de la misma laya, que afirman con desparpajo que los
organismos defensores de Derechos Humanos, particularmente la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos, se encuentran infiltradas
por miembros de la delincuencia organizada, que los
han convertido en instrumentos para obtener pingües ganancias, con
el negocio, nada despreciable, de inventar víctimas para cobrar
jugosas partidas a título de
indemnización.
Si
no fuera porque tales atrocidades febriles son escritas por
escritores de nombre, no como el suscrito que solo emborrona
cuartillas a ciencia y paciencia de la hospitalidad de este diario, y
porque son huéspedes de periódicos de la capirucha que al grito de
“fuera de México todo es Cuautitlán” ven chiquitos y orejones a
los provincianos, las difamaciones se tomarían como una mas de las
maravillosas formas de convertirse en millonario que a diario a
través del internet recibimos de Uagadugú en Burkina Facio,
Mamoudzou en Mayotte, o Buyumbura en Burundi, por citar solo algunas,
en las que tan solo a cambio de prestar nuestra credulidad y enviar
unos cuantos dólares nos convertiremos en herederos de un extinto
millonario, asesinado en un cruento golpe de estado que nunca
existió. La patraña es tan burda que recuerda los tiempos en que
desde la mismísima Secretaría de Gobernación se escribían los
editoriales al estilo del columnista elegido que recibía junto con
el texto que se limitaba a transcribir el sobre con el “chayote”
consabido. N.B. en el argot se llama chayote o simplemente abreviado
chayo, al estímulo en numerario, en bienes o servicios, incluidas
concesiones, permisos o licencias, que muestran el agradecimiento del
servidor público al comentarista de moda o modo. Burda
sí, pero un buen número de desprevenidos lectores pueden
convertirse en crédulas víctimas (éstas sin posible indemnización)
de artículos perversos y falacísticos (no se si la palabra existe,
pero es mas que falaz, es como una falacia,
que
sólo tiene apariencia de verdad).
Las
fórmulas son fáciles, por ejemplo, se puede escribir en lugar de
“Fulano de tal dijo”, algo así como “Fulano reveló”
y la carga de la palabra “reveló” es de algún secreto que
discretamente se dio a conocer. ¿Por qué no utilizar en lugar del
nombre de la persona que lo informó una expresión tal como
“trascendió”? que sugiere que sin intencionalidad se dió a
conocer y alguien fortuitamente lo captó. “De fuentes generalmente
bien informadas se supo que...” y eso por supuesto sustituye a
“un chisme que me platicaron en el café”. “Como se documentó
en la columna de Sutanito...” que simplemente significa, el Sutano
aquel participa de la misma benevolencia que el suscrito y abreva en
la misma fuente. La “investigación realizada...” sencillamente
indica la exhaustiva indagatoria en el fondo del sobre, que permita
encontrar las motivaciones suficientes para pergeñar una página. Y
así por el estilo. Por
supuesto como decía mi querido maestro de lógica, Luciano Arenas
Ochoa en materia contingente todos los universales son falsos y como
dicen que dicen los abogados al recusar a algún juez, “dejando a
salvo el buen nombre y buena fama de que gozan”.
Lo
grave, como dijo otro gran maestro Don Jorge Sánchez Cordero, cuando
se le preguntó por la difamación que circulaba en los periódicos,
en que se le atribuía un fraude al fisco por en ese entonces,
muchísimo dinero, $15'000,000.00 M.N., “de la calumnia algo
queda”. Díganlo si no, los miles de desempleados del sistema
Teletón, y los miles de niños con discapacidades que resultaron
afectados por la drástica reducción de las cantidades captadas por
concepto de donativos, resultante de una mal intencionada campaña
que afectó la disposición generosa de la gente, que se pensó un
instrumento para defraudar al fisco. Parece que eso de la
defraudación fiscal es una figura socorrida, para bien o para mal.
La
campaña de desprestigio, campaña:
conjunto
de actividades o de esfuerzos que se realizan durante cierto tiempo y
están encaminados a conseguir un fin, que
han emprendido algunos medios teniendo como objetivos visibles a los
organismos defensores de los Derechos Humanos, públicos o de derecho
privado, agarrando parejo como coloquialmente se dice, ha coincidido
casualmente con hechos que han sacudido la tranquilidad aparente de
las autoridades federales, por sus repercusiones externas de las que
todavía no tenemos elementos para estimar sus proporciones. La
negativa a permitir la entrada al relator de las Naciones Unidas en
materia de Tortura, con el pretexto baladí de encontrarse en
discusión en el Senado una iniciativa de ley de esa materia. La
negativa a prolongar la estadía y por ende la función del Grupo de
Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos con la fútil explicación de que el término pactado se
agotó, aunque ni la investigación se ha agotado ni los hechos se
han aclarado, y ciertamente no rige término para la Procuraduría
General de la República. La vergüenza internacional (¡qué
vergüenza pa'l que tuviera!, decía mi abuelita) de ser exhibida la
tortura de elementos del ejército mexicano a una joven mujer,
mientras el Presidente de la República pregonaba extramuros el
respeto irrestricto a los Derechos Humanos.
Cherchez
la autorité. La o las beneficiarias de la tentativa de desprestigio
en agravio de la CNDH y otras instituciones defensoras de los D.H. y
cerremos filas en torno a ellas que todos los días luchan por
avanzar en la consecución de un estado de Derecho, no sea que
caigamos
en la “complicidad del silencio” como lo expuso magistralmente
Martin Niemöller:
«Cuando los
nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo
no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.
Cuando
vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era
sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié
palabra, porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a
por mí, no había nadie más que pudiera protestar.»
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