COVID19: EL PUNTO SIN RETORNO
(OLGA
MARÍA DEL CARMEN SÁNCHEZ CORDERO.- En la reunión del Consejo de
Salubridad General del día de ayer y luego en la rueda de prensa en
el salón Tesorería del Palacio Nacional, se contó con la siempre
grata y discreta presencia de la Secretaria de Gobernación, que
agrega un toque de femineidad y un punto en favor de la equidad de
género nominal, en el gobierno federal.)
Ayer,
en Palacio Nacional, en la ya habitual conferencia de prensa de las
19 horas para informar sobre la situación de la pandemia del
Covid19, conocido de manera generalizada como corona virus, se dio a
conocer la declaratoria de emergencia médica y con ella una serie de
medidas para la prevención y combate de la enfermedad, lo que
significa desde luego un punto sin retorno en los protocolos de
atención y la situación general del gobierno, los servicios
públicos y la condición del país.
El
concepto de “punto sin retorno” proviene de la navegación aérea
y significa, de manera menos dramática que como se plantea en
algunas series o novelas, el trasponer el punto medio del viaje, en
donde resulta mas fácil alcanzar el objetivo previsto que regresar
al punto de partida. No es un conflicto insoluble, no es tampoco un
punto muerto (cul de sac) ni un impasse. Tomada la decisión no hay
posibilidad de dar marcha atrás. El anuncio del Gobierno Federal, no
tiene, no puede tener marcha atrás, porque significaría todo un
replanteamiento de una estrategia que ya no habría tiempo para
cambiar. Estoy seguro que no fue una decisión fácil y creo estar
seguro de que lo más difícil fue convencer al Presidente de que no
es inmune al corona virus, y que su manto de virtudes poco tiene que
hacer ante una epidemia que no respeta dignidades, y que, por el
contrario, sin ningún respeto ataca preferentemente a personas de la
tercera edad y, como en el caso de AMLO con una cardiopatía seria.
Es
mejor ahora que mañana, pero hubiera sido mucho mejor hace dos
meses. No me refiero a las medidas de confinamiento y restricción
concomitante del tránsito (movilidad, dicen ora), tampoco a la
medidas de desinfección mas aparatosas que efectivas (sanitizar,
dicen ora tomándolo del inglés), sino a varias de las acciones de
preparación y prevención sobre todo del equipamiento y servicios
médicos, que pudieron y debieron haberse tomado hace varias semanas.
Es cierto que hubo desconcierto, descontrol y ausencia de liderazgo.
Los gobiernos de los estados ante el comunicado de la federación de
que no contarían con apoyo suplementario para enfrentar la crisis de
salud, empezaron a tomar medidas aisladas, muchas, auténticos palos
de ciego como fue el caso de Jalisco, y otras de dudosa pertinencia
como el hospital inflable del estado de Hidalgo.
El
ejército y la marina responsabilizados de los servicios médicos de
la contingencia están empezando a contratar personal para
proporcionarles una capacitación de ocho horas para enfrentar la
pandemia. La compra de equipos de respiradores lo autorizó la semana
pasada el Presidente, en un momento en que seguramente las
disponibilidades del mercado son escasas. Apenas se inicia la
reconversión y acondicionamiento de clínicas y hospitales y la
adecuación de algunas áreas como auditorios o áreas de oficinas o
escuelas que puedan ser aprovechadas. El ejército inició un
recorrido de verificación de las condiciones de los sanatorios y
hospitales privados, que, seguramente serán necesarios para la
atención de los enfermos, dados lo antecedentes de la evolución de
la pandemia en otros países, incluso en algunos con evidentes
mejores condiciones de salud de su población y de calidad y cantidad
en las instalaciones médicas.
Naturalmente
se han desatado ya comentarios deleznables, reprobables por todos
conceptos, que equiparan la declaratoria, que por otra parte debió
haberse hecho hace varias semanas, a un virtual estado de sitio o de
excepción. Aunque tiene ciertas características que pudieran
asemejarlo vale la pena precisar las claras diferencias. No hay
suspensión de los derechos fundamentales. Las medidas no tienen
tinte político ni fundamentos ideológicos. Su causa es claramente
una causa natural, a la que, por añadidura, llegamos con la
experiencia negativa de muchos países que nos han mostrado lo que no
se debió haber hecho. La situación extraordinaria está acotada por
razones científicas y técnicas, no políticas. Su duración tiene
que ver con la duración de una contigencia sanitaria que,
lamentablemente no está en control de la autoridad, y que en buena
parte dependerá de la respuesta de la población a la exigencia, no
a la orden, de permanecer lo mas posible enclaustrado y sólo por
excepción y por verdadera necesidad salir. La conveniencia de
centralizar la toma de decisiones es clara, basta con echar una
ojeada a las medidas diversas, contradictorias y muchas con un
oportunismo político condenable, para constatar que los recursos y
las acciones deben ser coordinadas para una mayor eficiencia y
eficacia, para ello sin duda también es un factor importante la
disciplina. No hay organismos mas disciplinados que los militares.
La
medicina es amarga, pero no hay más que dos sopas, y la de fideos se
acabó. Hubiera sido deseable que a la par de estas duras medidas, se
anunciaran algunas otras que volvieran mas tolerable el tratamiento.
Un control estricto de precios, la garantía del abasto, la
suspensión de intereses y el diferimento de los créditos fiscales,
incluyendo el término para las declaraciones. El ajuste de las
comisiones bancarias por la emergencia a las de la banca
internacional. Teléfonos de emergencia no sólo para la atención
médica sino para la asistencia, bancos de alimentos y otras
similares, necesarias en una crisis como ésta.
Recuerdo
que el padre chileno, Agustín Martínez O.S.A. , creador del
Instituto Mendel, en alguna ocasión me dijo, ustedes los mexicanos,
nunca han experimentado lo que es una guerra ni lo que es un
verdadero invierno. Para sobrevivirlos es necesaria la caridad.
(CAMBIO
DE DOMICILIO PRESIDENCIAL.- Al parecer siempre no fue buena idea
convertir Palacio Nacional en la residencia oficial. El presidente y
la no primera dama con su hijo, regresaron a su casa de Tlalpan, en
donde habían vivido los últimos años. No era fácil acondicionar
para vivienda lo que en las últimas décadas sólo funcionaba como
oficinas. La falta de privacidad y, sin duda, el exceso de molestias:
manifestaciones, pintas, quemas, etc. pudieron mas que el boato.)
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