AMLO: PAN Y CIRCO
“Panem
et circenses”
Fue
el poeta romano Juvenal (circa 100 d.C.) quien acuñó la frase, que
luego de algunos siglos de olvido, alguien rescató del volumen X de
sus Sátiras, y desde la edad media se ha utilizado de forma
peyorativa para
describir
la práctica de un gobierno que, disimula u oculta hechos
controvertidos, proveyendo a la gente de alimento y entretenimiento
de baja calidad y con criterios populistas. Juvenal escribió el
volumen X a la muerte del emperador Domiciano,
hermano de Tito. Mientras
Tito
fue apreciado por su pueblo, Domiciano ensangrentó
Roma comportándose como un dictador.
A
su
muerte
en
96 se
sucedieron cambios legales y la disputa por el poder, entre el Senado
y los emperadores siguientes.
Para criticar la apatía de la gente de Roma, Juvenal usa la
expresión "pan y juegos" para denunciar el inmovilismo de
los ciudadanos de Roma ante
las intrigas y maniobras que utilizan para controlar a la población.
La idea es que mientras las personas coman y se diviertan, los
poderosos pueden hacer lo que quieran.
Los
gobiernos populistas, y en eso, el PRI se especializó, y para mal,
gobiernos panistas hicieron y siguen haciendo lo mismo, se ocuparon
de atender mas los aspectos banales de una aparente atención a los
problemas generales, en tanto permitieron que la corrupción creciera
desaforadamente, que las raterías de muchos políticos les
enriqueciera de manera escandalosa, que las decisiones,
recomendaciones y votos se sujetaran a tabulador, y en los congresos,
en no pocas ocasiones, los votos se ofrecían o se entregaban al
mejor postor. Quizás algunas de las más grandes pilladas
se dieron durante el gobierno del “innombrable” (asi le llamaba
AMLO a Carlos Salinas de Gortari) que, curiosamente sigue siendo
innombrable, el pleito retrospectivo se ha centrado en Calderón y
Fox, y menos en Peña Nieto, aunque sin ninguna acción concreta
contra ellos, en tanto, que, a muchos de las segundas y terceras
filas que no se arrepintieron a tiempo han sido perseguidos,
hostigados y algunos encarcelados. Pero, en cambio, (de los
arrepentidos se vale Dios), abogados muy conocidos que, no han
aprendido ni siquiera lo que es un concubinato, gozan de cabal salud
“política” y de la protección del régimen, a través de una de
las dos partes de los inciensadores Ackerman-Sandoval.
Para
muestra bastan dos botones del innombrable: la primera la
desaparición del ahorro de los mexicanos de veinte años, que se
esfumó con el ardid de la casa de bolsa, que de manera irracional
subió sus regalías que despertó, con razón, los apetitos de los
avariciosos y el interés de muchos pequeños ahorradores por mejorar
sus exiguos ingresos. La burbuja, los mas avezados lo sabían pero
apostaban a salirse a tiempo, estalló y desapareció (es un decir,
en realidad pasó a otras manos), dejando a muchísimas personas sin
su pequeño patrimonio y a muchísimos inversores con un palmo de
narices. El otro gran pillaje fue, modificar la ley Agraria para
permitir que los ejidatarios pudieran convertirse en propietarios de
lo que antes
solo usufructuaban, y
exentar de impuestos la primera venta de un bien ejidal. Ello
propició un grave perjuicio al fisco, la acumulación de terrenos en
promotores inmobiliarios y que los ejidatarios al cabo de unos pocos
meses se quedaran sin Juan y sin las gallinas. Ese crimen sigue y a
lo que se ve, seguirá sin castigo.
La
esperanza al votar por la alternancia encarnada en AMLO y su
movimiento Morena, se encarnó en un político agradable,
dicharachero, con aspecto bonachón, que fue la transformación
externa de aquel líder que bloqueaba caminos y cegaba pozos
petroleros. Prometió el oro y el moro y como el prometer no
empobrece, se fue largo, larguísimo con todas las propuestas y
compromisos que realizó durante su campaña. Si bien se dice que la
Fortuna ayuda a los audaces, la realidad suele ser terca y poco
participativa con quien la desconoce, no la toma en cuenta o piensa,
simple...simplonamente, que basta una voluntad para transformarla. No
obstante que la distancia entre las promesas y compromisos y la
realidad es abismal, la aprobación a AMLO anda en el orden del 70%
lo que objetivamente resulta inexplicable.
La
explicación, que sin duda la hay, tendría que intentar ser
razonable y objetiva. El presidente lleva gobernando poco mas de 18
meses, aún antes de tomar posesión ya había dictado medidas que se
habían llevado a cabo en el ánimo de cumplir, supongo, un pacto
celebrado con el presidente saliente. En un año los resultados han
sido magros, paupérrimos. Los principales indicadores económicos,
de seguridad, de salud, de inversión, de educación, de libertad de
prensa, de autonomía de los otros poderes, de relaciones
internacionales, muestran según se dice, en términos reales,
condiciones inferiores a las del fin del sexenio de Peña Nieto. Los
únicos indicadores que podrían justificar un muy cauteloso
optimismo es que el tipo de cambio peso-dólar se ha mantenido
relativamente estable y el otro es el índice de aprobación, que ya
lo quisieran para un domingo la mayoría de los líderes mundiales.
¿Qué
es lo que queda? Quedan las medidas populistas y queda la esperanza.
¡Ah! Y por supuesto, el no dar el brazo a torcer, no reconocer que
se votó por una ilusión y que la ilusión se encuentra muy lejos de
la realidad. En un país en que mas de la mitad de su población se
encuentra en promesa extrema, la limosna para los adultos mayores y
el chantajito para los jóvenes sin futuro, serían insuficientes
para sostener un gobierno a no ser que confluyan otras acciones que
han sido instrumentadas muy bien.
La
semana pasada en una visita a una población del estado de Hidalgo,
AMLO se disfrazó de rosca de reyes con dos panes en la cabeza, un
collar de flores y panes, un bastón y una especie de cetro
igualmente adornados. La imagen es verdaderamente ridícula, mas aún
que otras en las que se ha disfrazado de chile relleno, de corona de
muerto o simplemente de búcaro. Sin embargo una prensa bien cuidada
la minimizó. Aún en internet me costó localizarla, pero si algún
lector le suscita interés aquí está el enlace
https://www.facebook.com/bullidero/.
Un
personaje con cierto carisma, una comunicación social bien manejada
y migajas adecuadamente repartidas son la fórmula para un gobierno
populista que a tumbos llega a su segundo año.
¿No
será el populismo una de las peores caras de la corrupción?
MUY BUEN ARTÍCULO Y MUY CIERTO TODO LO QUE USTED PLANTEA.
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