VOX POPULI ¿VOX BRUTIS?
En
democracia toda unanimidad es sospechosa. Anónimo.
La
escena fue emotiva y conmovedora. Todos los senadores, los de
elección y los de repartido (porque se los reparten por “méritos”
políticos” habían logrado lo que días antes parecía imposible:
ponerse de acuerdo en la reforma constitucional para la creación de
la guardia nacional. Como diría Jorge Ibargüengoitia: hubo mucho
gusto para todos, y no era para menos, por unanimidad el Senado de la
República había aprobado la propuesta con algunas modificaciones
relevantes, (aparentemente), la dependencia de un mando civil, que
puede ser militar, y la sujeción a algunos controles que acoten su
actuación. La reacción primera del Presidente López
Obrador-a-su-capricho fue de molestia, sin asomo de duda dijo no
estar de acuerdo y que se opondría a lo aprobado. “Soy
perseverante” dijo, dando a entender que al no estar de acuerdo
acudiría a maniobras para que la reforma no entrara en vigor. Sin
embargo, con sorpresa, al día siguiente en su comparecencia lechera,
felicitó al Senado
y exhortó a que la cámara baja la aprobara tal cual para echarla a
andar.
¡Todos
contentos! Al menos la gran mayoría de los actores políticos
mostraron su beneplácito por el acuerdo obtenido, muestra de
civilidad, madurez, democracia, y quien sabe cuantas cosas mas.
¿Sospechoso? ¿No sería todo un montaje para aparentar un acto
democrático de lo que ya estaba pactado?.
Vamos
por partes, dijo el destripador.
¿Qué
fue lo mas relevante de la reforma aprobada? ¿La creación de la
guardia nacional? No, desde luego. La guardia nacional ya se
encontraba prevista en la Constitución, por lo tanto no era
necesario tocarla, bastaba como decía el propio texto
constitucional, crear su ley reglamentaria, que, como toda ley que
emane de la Constitución, tiene que ceñirse necesariamente a los
postulados constitucionales, particularmente a los derechos
fundamentales garantizados por la carta magna.
Entonces
¿que dice la letra pequeña de la reforma? ¿hay algo misterioso,
esotérico u oculto? Pues no, ni misterioso, ni oculto, ni esotérico,
¡Peligroso!¡Terriblemente peligroso para la democracia!
¡Profundamente riesgoso para la libertad! ¡Lastimosamente
atentatorio contra la república! ¿Será acaso algo peor que la
delincuencia organizada? Desde luego. La delincuencia organizada pone
en riesgo la tranquilidad, la seguridad, el orden, pero deja
subsistente la democracia, la paz social, las instituciones
republicanas, la libertad en todas sus manifestaciones, etc., Las
modificaciones constitucionales aprobadas ponen en riesgo todas las
últimas.
La
aprobación de la guardia nacional en sí, es lo de menos, la
cuestión es que con ella se aprueba la permanencia “legalizada”
del ejército en las calles en sus labores “policíacas” y de la
marina en sus labores de “ejecutores”. La Guardia Nacional solo
será un “patiño” al servicio de quienes tomarán las decisiones
tácticas y operativas que será personal del ejército.
Antenoche
ví una entrevista televisada del señor Alfonso Durazo. (No
confundirlo con el otro Durazo, el del Partenón. Este también tiene
su Partenón solo que en su tierra natal, un terreno y edificación
que no hubiera podido adquirir con su sueldo acumulado de servidor
público). En la entrevista le preguntaron como operaría la Guardia
Nacional y aunque dijo que quedaban muchos puntos pendientes de
aclarar, afirmó que tendrá todas las virtudes del ejército, y que
podía adelantar como está planeada la seguridad interior.
Durazo
afirmó que el país ha sido dividido en 266 regiones, atendiendo a
características físicas, poblacionales y de incidencia delictiva.
De esas 266, 17 son consideradas prioritarias por ser las áreas en
que mas hechos delictivos se presentan, por ejemplo Tijuana,
Guadalajara, Tlajomulco...En cada sección habrá un grupo con un
militar como jefe, en que participarán representantes de los
estados, de los municipios, de las policías, y algunos mas. En las
reuniones de esos grupos se conocerán las situaciones de seguridad
de cada sección, se analizarán y el jefe militar tomará la
decisión de ¿como intervenir?, ¿con que cuerpos?, incluyendo la
Guardia Nacional, y se iniciarán las acciones pertinentes.
En
las consideraciones que justifican la reforma se han manejado muchas
que son, como decía la lógica clásica, petición de principio. Se
afirma que el ejército garantiza el orden, la disciplina, el amor a
la patria, la lealtad, la incorruptibilidad, el sacrificio, etc.,
etc.. No es mi ánimo denostar al ejército que ha dado, como
institución, pruebas repetidas de lealtad, pero no olvidemos que del
ejército surgieron traidores a la lealtad al presidente Díaz,
también al presidente Madero, y también al presidente Lázaro
Cárdenas. Para nadie pasa inadvertido que el Servicio Militar
Nacional ha sido una de las instituciones mas corruptas en nuestro
país y ha dependido exclusivamente del ejército. La composición de
muchas de las unidades militares depende de un reclutamiento mas o
menos laxo, siendo incluso refugio de algunos responsables de hechos
antisociales que ven en el darse de alta un recurso para protegerse y
semiocultarse en el anonimato del cuerpo militar. Para nadie es un
secreto tampoco, el alto índice de deserciones que sufren los
cuerpos militares.
Como
en las medicinas, también en las leyes suele haber
contraindicaciones. El costo del experimento que inicia el gobierno
de la Cuarta, puede ser excesivamente caro para la convivencia
democrática.
México
ha sido sujeto de una dictadura de partido que asoló a los mexicanos
por casi un siglo. Las libertades democráticas aparecían en el
librito pero no en la vida social. Nadie como Abel Quezada para
caracterizar aquella realidad: El chiste de la democracia en México,
dijo, es que parezca pero que no sea. Los gobiernos de Acción
Nacional, decepcionaron por una parte y convencieron, por otra, que
no bastaba la alternancia para desaparecer muchas de las lacras que
heredaron de los revolucionarios. La decepción social fue mayúscula
y las consecuencias se vieron en la última elección.
Las
modificaciones aprobadas son inconstitucionales, aunque sean
modificaciones constitucionales, es decir contrarían el texto y el
contexto constitucional, van contra los derechos humanos y los
tratados suscritos por nuestro país, contrarían el pacto federal y
van contra las decisiones políticas fundamentales.
Nos
quedan las acciones de inconstitucionalidad y como último recurso la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Es
cierto, el Presidente López Obrador tiene la aprobación de casi el
85% de la población. ¿Recuerdan cómo se aprobó en sus primeras
acciones a Salinas o a Peña, por citar solo a 2?. Vox populi, vox
brutis.
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