CUANDO DESPERTÓ, EL DINOSAURIO TODAVÍA ESTABA ALLÍ
Dudé,
siempre dudo, en como titular estas mal pergeñadas líneas
hebdomadarias. Estuve tentado, hasta el último momento, en titularla
“El retoño del dedazo”, habiendo desechado “El regreso del
tapado” y otras chambonas como “¿No que no?”, “El presidente
ataca de nuevo” y “Los muertos que vos matáis, gozan de buena
salud”, finalmente se impuso el extraordinario cuento de Augusto
Monterroso “El dinosaurio”, que ilustra perfectamente la
supervivencia antidemocrática de la designación de un candidato
presidencial en el Partido Revolucionario Institucional.
El
14 de julio de 2001, Homero
Campa
escribió en la revista Proceso: El
doctor Roberto Casillas fue secretario particular del presidente José
López Portillo y alcanzó celebridad por sus revelaciones que en su
momento confirmaron lo que resultaba obvio: los presidentes surgidos
del PRI designaban, ante sí y para sí, a quienes los
sucedían.Testigo cercano del ejercicio del poder presidencial, el
doctor Casillas escribió ahora el libro “El fiel de la balanza,
o el ocaso de un partido”,
que empieza apenas a circular. En sus páginas, y en una entrevista
complementaria con Proceso, el autor describe los detalles de la
forma como López Portillo designó a Miguel de la Madrid candidato
de su partido para sucederlo.
En
la picaresca política mexicana se conocía como el “destape” al
procedimiento no exento de rituales, por el que por obra y gracia del
presidente en turno se daba a conocer la identidad del que hasta
entonces había permanecido como “tapado”, y al que de golpe y
porrazo, ungido por el “dedazo”, se le descubrían todas la
virtudes, todas las cualidades, todas las habilidades y destrezas, la
sapiencia y la experiencia para conducir los derroteros de la nación.
Tantas, que era prácticamente imposible no haberse dado cuenta
antes, y sin embargo sucedía. Por supuesto era y es, un
procedimiento no exento de magia. Algo así como el sí de la mujer
amada, o
la aceptación en la universidad, o el resultado negativo de la
prueba de embarazo. Quien haya presenciado, aunque sea por
televisión, la toma de posesión de la presidencia de la república
habrá notado como, al entregar la banda presidencial el presidente
saliente se apaga mientras al colocársela se enciende el entrante.
¡Es mágico!.
De
nada sirvió que el gritón y epatante presidente del PRI, Enrique
Ochoa se desgañitase denostando a otros partidos por sus métodos
antidemocráticos, fue en balde que diera cuenta de los posibles
mecanismos contemplados por el estatuto de su partido para la
selección interna de un candidato, resultaron nulos todos los textos
que abonan a la democracia interna y que mas valía haberlos tirado a
la basura. Como en sus mejores tiempos el Revolucionario
Institucional sin el menor rubor y con la complacencia (disciplina
es el calificativo que se usa eufemísticamente) de todos los
sectores apeló al Presidente, aunque sin duda sería mas propio
decir que el Presidente se valió de su instrumento (el partido) para
anunciar al ungido como su posible sucesor. Esto
último, desde luego, no es cosa menor. Antes el ungido sería contra
viento y marea, que en realidad no eran mas que una leve brisa y unas
cuantas olas, el presidente de la república, ahora habrá de pasar
por el proceso de elecciones que, con todos los defectos que se le
puedan poner, contra lo carísimo que resultan, y aun con la
posibilidad de ser cuestionadas, han resultado ser un mecanismo que
ha permitido la alternancia, que por otra parte, solo ha significado
cambio de nombres y de colores, sin
que se haya presentado un cambio significativo para bien en las
condiciones generales de la población mexicana, que por el contrario
ha resentido las
consecuencias de políticas públicas equivocadas sin duda, a juzgar
por los resultados.
Algo
diferente quizás, es el indudable desgaste del otrora partido
aplanadora, al extremo de que el “destapado” es un “candidato
ciudadano” que no tiene militancia en en el PRI. Este
hecho por si mismo, muestra lo que se ha dado en llamar el hartazgo
de la ciudadanía, pero muestra también que en décadas
de experiencia, de detentar el poder, de haber colocado en la
presidencia de la república la gran mayoría de presidentes desde su
fundación, ha sido incapaz de preparar para la elección de 2018 un
candidato de sus propias filas, que responda a sus estatutos, a su
tradición, a su historia. En otras palabras es el gran fracaso del
PRI como partido político. Incapaz de interpretar las necesidades de
la población, con una insuficiente capacitación
de sus militancias, con un desgaste de lo que pomposamente han
llamado “la clase política” y con una paupérrima oferta cuando
tiene que recurrir a un “parvenue” del partido, aunque con
trayectoria burocrática de alto nivel, de familias de abolengo, de
perfil tecnócrata de tan mala experiencia para los mexicanos.
En
fin, seguramente el Presidente no se ha equivocado en la designación.
Los que podemos estar equivocados, sin duda, somos los que pensamos
en un país en que la democracia sea algo mas que una palabra en la
declaración de principios en los documentos de un partido, los que
anhelamos un viraje que permita castigar la corrupción para que la
impunidad deje de ser característica de nuestro país, los que
sentimos que una república debe ser la aspiración de nuestro país,
república auténtica en el significado estricto de la palabra, que
la cosa pública sea detentada por la ciudadanía a través de
mecanismos de participación y deliberación.
Sin
embargo, viéndolo bien, Meade no es un obscuro burócrata, no es un
conejo que el mago se saque de la chistera, no es un improvisado.
Tiene todas las cualidades para dirigir al país, posee el talento,
el liderazgo, el carisma, la disposición de ánimo, el espíritu de
sacrificio, la
capacidad de trabajo, la visión de futuro, la sensibilidad para
manejar los destinos de un país, la clarividencia para conducir el
barco de la nación en las procelosas aguas de un mundo convulso y un
país en graves crisis. Lo que no me explico es como no lo habíamos
notado antes. No cabe duda que el Presidente en turno propició,
porque ni pensar que lo designó, que las fuerzas vivas de su partido
apreciaran todas las cualidades del que sin remedio será su
candidato presidencial para el 2018.
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