ASESINARON A SILVESTRE, OMBUDSMAN
Envío:
Para
Silvia y Silvita, con el deseo ferviente de que recuperen la salud y
que encuentren la paz y la resignación, y que no nos perdonen a los
mexicanos tantos pecados de omisión que han convertido a este país
en un campo de batalla y en un gran cementerio.
La
nota de la BBC
Por
primera vez en la historia, un ombudsman fue asesinado en México.
La
noche de este lunes murió Silvestre de la Toba Camacho, presidente
de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California Sur
(CEDHBCS), en el noroeste del país.
De
acuerdo con la Procuraduría (fiscalía) General del Estado un grupo
de personas armadas disparó contra el auto donde viajaba el
ombudsman y su familia.
El
crimen ocurrió en La Paz,
capital del estado. No se conocen las razones del atentado.
Silvestre
de la Toba murió en el sitio del ataque, una céntrica avenida de la
ciudad, junto con su hijo Fernando.
La
esposa e hija del presidente de la Comisión quedaron heridas de
gravedad.
En
los últimos años han ocurrido ataques y homicidios de activistas de
derechos humanos en México.
Pero
es la primera vez desde que se creó la figura de ombudsman, en 1990,
que un responsable institucional de proteger las garantías
individuales es asesinado.
El
comunicado de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de
Aguascalientes
La
ignorancia, los prejuicios, los estereotipos, la criminalidad, los
intereses creados, se han cebado nuevamente sobre la noble
institución de los Derechos Humanos, esta vez en el proditorio
asesinato del Presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Baja
California Sur, Mtro. Silvestre de la Toba Camacho y de su hijo, y
las heridas de gravedad de su esposa y de su hija.
La
perversa intención no comprende que, el lenguaje del siglo XXI en el
mundo, es la promoción y defensa de los Derechos Fundamentales, y
que las acciones criminales podrán entorpecer sus avances, pero no
lograrán el retroceso de un solo paso. Citando al filósofo español
Miguel de Unamuno: “Venceréis, pero no convenceréis”.
Al
participar con profunda pena el ominoso crimen, ratifico con mis
compañeros de la Federación Mexicana de Organismos Públicos de
Derechos Humanos y con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
el compromiso con la legalidad, con la justicia, con la equidad y con
la lucha sin tregua contra la corrupción, la impunidad, la
arbitrariedad y la ilegalidad.
La
sangre de Silvestre de la Toba Camacho habrá de abonar la
indeclinable lucha por los Derechos Humanos.
Un
pequeño homenaje en las palabras de Jaime Torres Bodet
Civilización
Un
hombre muere en mí siempre que un hombre
muere en cualquier lugar, asesinado
por el miedo y la prisa de otros hombres.
Un hombre como yo; durante meses
en las entrañas de una madre oculto;
nacido, como yo,
entre esperanzas y entre lágrimas,
y —como yo— feliz de haber sufrido,
triste de haber gozado,
Hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.
Un hombre que anheló ser más que un hombre
y que, de pronto, un día comprendió
el valor que tendría la existencia
si todos cuantos viven
fuesen, en realidad, hombres enhiestos,
capaces de legar sin amargura
lo que todos dejamos
a los próximos hombres:
El amor, las mujeres, los crepúsculos,
la luna, el mar, el sol, las sementeras,
el frío de la piña rebanada
sobre el plato de laca de un otoño,
el alba de unos ojos,
el litoral de una sonrisa
y, en todo lo que viene y lo que pasa,
el ansia de encontrar
la dimensión de una verdad completa.
Un hombre muere en mí siempre que en Asia,
o en la margen de un río
de África o de América,
o en el jardín de una ciudad de Europa,
Una bala de hombre mata a un hombre.
Y su muerte deshace
todo lo que pensé haber levantado
en mí sobre sillares permanentes:
La confianza en mis héroes,
mi afición a callar bajo los pinos,
el orgullo que tuve de ser hombre
al oír —en Platón— morir a Sócrates,
y hasta el sabor del agua, y hasta el claro
júbilo de saber que dos y dos son cuatro...
Porque de nuevo todo es puesto en duda,
todo se interroga de nuevo
muere en cualquier lugar, asesinado
por el miedo y la prisa de otros hombres.
Un hombre como yo; durante meses
en las entrañas de una madre oculto;
nacido, como yo,
entre esperanzas y entre lágrimas,
y —como yo— feliz de haber sufrido,
triste de haber gozado,
Hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.
Un hombre que anheló ser más que un hombre
y que, de pronto, un día comprendió
el valor que tendría la existencia
si todos cuantos viven
fuesen, en realidad, hombres enhiestos,
capaces de legar sin amargura
lo que todos dejamos
a los próximos hombres:
El amor, las mujeres, los crepúsculos,
la luna, el mar, el sol, las sementeras,
el frío de la piña rebanada
sobre el plato de laca de un otoño,
el alba de unos ojos,
el litoral de una sonrisa
y, en todo lo que viene y lo que pasa,
el ansia de encontrar
la dimensión de una verdad completa.
Un hombre muere en mí siempre que en Asia,
o en la margen de un río
de África o de América,
o en el jardín de una ciudad de Europa,
Una bala de hombre mata a un hombre.
Y su muerte deshace
todo lo que pensé haber levantado
en mí sobre sillares permanentes:
La confianza en mis héroes,
mi afición a callar bajo los pinos,
el orgullo que tuve de ser hombre
al oír —en Platón— morir a Sócrates,
y hasta el sabor del agua, y hasta el claro
júbilo de saber que dos y dos son cuatro...
Porque de nuevo todo es puesto en duda,
todo se interroga de nuevo
y
deja mil preguntas sin respuesta
en la hora en que el hombre
en la hora en que el hombre
penetra
—a mano armada—
en la vida indefensa de otros hombres.
súbitamente arteras,
las raíces del ser nos estrangulan.
Y nada está seguro de sí mismo
—ni en la semilla el germen,
ni en la aurora la alondra,
ni en la roca el diamante,
ni en la compacta oscuridad la estrella,
¡cuando hay hombres que amasan
el pan de su victoria
con el polvo sangriento de otros hombres!
Colofón
en la vida indefensa de otros hombres.
súbitamente arteras,
las raíces del ser nos estrangulan.
Y nada está seguro de sí mismo
—ni en la semilla el germen,
ni en la aurora la alondra,
ni en la roca el diamante,
ni en la compacta oscuridad la estrella,
¡cuando hay hombres que amasan
el pan de su victoria
con el polvo sangriento de otros hombres!
Colofón
Ninguna
vida vale mas que otra, ninguna persona en su dignidad puede
colocarse por encima de un semejante, pero en la vida social, en la
vida pública, el peso específico varía. El desafío que implica
para un pretendido estado de derecho el asesinato de un defensor de
los derechos fundamentales, tiene una carga que pone de manifiesto el
fracaso de una política de seguridad nacional, exhibe de cuerpo
entero la ineptitud y la corrupción que caracterizan para mal a las
corporaciones policíacas del país. Pesó mas en el ánimo del
gobierno federal la muerte preterintencional de un funcionario de una
empresa privada, que el ataque a mansalva a un ombudsperson
y
su familia, y las muertes consecuentes. La lectura es terrible,
estremecedora, pavorosa, se puede matar a quien sea, como sea, donde
sea. Los organismos integrantes de la Federación y la CNDH tienen un
doble compromiso indeclinable, presionar a los gobiernos federal y
estatal de Baja California Sur para exigir el esclarecimiento de los
homicidios de Silvestre y su hijo Fernando, especialmente por la
representación pública que detentaba el primero y, hacer causa
común para lograr la revisión y el replanteamiento de una política
nacional contra las adicciones que no ha impedido que sigan
creciendo, que ha costado decenas de miles de muertes y
desapariciones y que ha profundizado las divisiones entre los
mexicanos.
El
noble pueblo de México no merece lo que está
padeciendo.
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