¡Feliz San Valentín, Donald!
Probablemente
le sorprenda Mr. President recibir esta comunicación. Yo mismo estoy
sorprendido de mi decisión, que puede ser tomada a mal por mis
compatriotas, los de aquí y los de allá. Finalmente me decidí a
hacerlo porque entre los días del calendario, los festivos, los de
fin de semana cortos y de fin de semana largos, los de la próxima
cuaresma y luego la feria de San Marcos, y el de mayo que tiene mas
días de fiesta que de trabajo, no se presentará una mejor
oportunidad que la de este día de buena voluntad, de corazón
henchido y dispuesto a concitar una comunicación cordial (acuérdese
Mr. President que cordial viene de cordis: corazón).
Seguramente
ya está usted enterado, Donald, que la marcha pro México, o algo
por el estilo, convocada por “líderes de opinión (¿también en
EE.UU. se usa esa expresión chocante?), si no fue un fracaso
estrepitoso, al menos fue un fracaso “estrepitito”. Pero tampoco
lo considere usted un punto a su favor, aunque la o las marchas iban
en su contra. Si de algo puede Ud. estar seguro Mr. President es de
que ha logrado unificar a los mexicanos de una manera que ya no lo
hacen ni el América y el Guadalajara juntos, por no citar símbolos
religiosos también en peligrosa crisis que afecta los valores de
unidad nacional. La animadversión que Ud. suscita mas allá de los
“memes”, los chistes, las caricaturas, etc., nace de una afrenta
muy honda y de casi imposible reparación. ¿Poner en duda lo buena
onda que somos?, ¿recelar de nosotros que somos profesionales del
recelo?, ¿desconfiar de nosotros, que nosotros sí tenemos derecho a
desconfiar?.
Seguramente
ya le habrán tratado de enterar, aunque dudo Mr. President que Ud.
esté dispuesto a leer un texto de mas de 140 caracteres, de allí
que sea un compulsivo “tuiteador”, que sus desplantes, amenazas,
órdenes ejecutivas y demás, ya han servido para que los
profesionales de la mercadotecnia aprovechen para ahorrarse el usar
sus desgastadas neuronas,y que la “unidad nacional” el “unidos
lo podemos todo”, el “nada nos detendrá” y otros tantos
estribillos de similar estulticia, están sirviendo para anunciar
desde coches y pasta de dientes, hasta productos bancarios. El colmo
de la pretensión de explotar un chauvinismo patriotero y ramplón.
Es verdaderamente indignante que una situación tan grave, que tiene
en vilo a millones de mexicanos que no saben si el día de de mañana
podrán seguir en el suelo al que tuvieron que emigrar por necesidad
mas que por gusto, se tome tan campantemente a la ligera invitando a
despilfarrar ahora que la prudencia invita a ser cautelosos.
Pero
no, Donald, no cometa una equivocación mas de las muchas que, en
estos escasos días de su gobierno ha cometido. No crea Ud. que
porque la marcha convocada en la que se auguraban cientos de miles de
manifestantes, se haya visto reducida a dos decenas de miles, no
existe una real preocupación, un verdadero disgusto y la decisión
de encarar sus medidas. El que se quema con leche hasta el jocoque le
sopla, y los mexicanos, me parece entender, ya estamos cansados de
falsos redentores, ya estamos hastiados de marchas, y fastidiados de
servir para hacerles el caldo gordo a líderes, grupos o
asociaciones, que pretendan llevar agua a su molino. Escuché, por
ejemplo, que un senador mexicano, pretendía contestar su muro con un
muro humano ¡Vaya una idea estúpida! Si lo que cuestionamos es el
muro, de chile, de dulce o de manteca.
Y
vamos, para decir las cosas a calzón quitado Mr. President, (lo que
desde luego escribo en sentido figurado, no se lo vayan a traducir al
pie de la letra), no es que no tenga derecho el país que Ud. preside
a tomar la determinación de construir un muro de metal o de
mampostería, ¡Nos ha construído ya tantos muros!, de ignominia, de
explotación, de discriminación, de pillaje, de oprobio, de
espionaje, que el suyo será sólo uno mas, pero, sin duda un muro
peligroso. La cuestión no es, (finalmente esto resulta banal),
¿quién lo va a pagar?. Anoche escuchaba las sesudas cavilaciones de
un gran constitucionalista mexicano que afirmaba: “El muro no lo
pagaremos, porque no lo debemos”, olvidando que la cuestión no es
jurídica, nos podrían contestar que se origina en los hechos
ilícitos, (otra fuente de las obligaciones) cometidos por nuestros
nacionales que nuestro gobierno es incapaz de frenar. ¡No! La
cuestión fundamental tampoco es esa. Tarde o temprano es una
relación económica bilateral desigual, el más débil terminará
soportando las cargas. Lo reprobable, lo inadmisible es la carga
simbólica de “su” muro, Donald. A título personal, le digo que
considero muy difícil que su país y el mío puedan ser amigos,
aunque tengo grandes amigos norteamericanos, pero estoy seguro que
podríamos seguir siendo vecinos respetuosos, colaboradores y
tolerantes, pero no se puede augurar una buena vecindad construyendo
un muro de odio y segregación.
Lo
que sucede como Ud. también ya lo ha experimentado, Mr. President,
es que para bien o para mal, o para quien sabe, las economías de su
país y el nuestro se encuentran tan imbricadas, que la afectación
de una se refleja necesariamente en la otra, no con la misma
intensidad, se entiende, pero si con la misma inmediatez. Ya lo está
viviendo con el movimiento “un día sin latinos” que ha parado la
vida económica de varias ciudades de su país. Con todo respeto,
Donald, usted y yo, ya estamos viejos, los tiempos de la “conquista
del oeste” por el hombre blanco quedaron atrás, los justicieros
como Elliot Ness fracasaron y hasta Clark Kent sucumbe ante la
kriptonita. Su país, admirable aunque no amable, (por citar a José
Enrique Rodó), se ha dado controles legales que limitan las acciones
presidenciales, y ha sido también cuna de exaltados. En el siglo
pasado experimentó la forzada renuncia de un presidente y los
lamentables asesinatos de otros. Ya se, que para usted este artículo
será demasiado largo, pero en menos de 140 caracteres le recuerdo la
admirable definición de Max Weber: La política es el arte de lo
posible. Para aprender nunca es tarde, por el bien suyo, el de su
país, el de sus vecinos y el del mundo entero, ¡ojalá aprenda a
ser político!, ¡buen político!.
Aunque
quizás Mr. President la cuestión no sea política sino
psiquiátrica, para ambos, porque creo estar cayendo en la paranoia,
de todas maneras como aspirante a buen vecino le deseo: ¡Feliz San
Valentín, Donald!.
Comentarios
Publicar un comentario