ENTRE LA REFORMA Y LA CONTRARREFORMA
Texto
preparado para el pasado 10 de octubre en el Teatro de Morelos en la
entrega de premios del Concurso de Ensayo sobre Jesús Terán y Jesús
F. Contreras, convocado por el Instituto de Educación de
Aguascalientes.
El
pueblo y el gobierno de Aguascalientes han rendido durante el
presente año homenaje a dos grandes hitos de su historia, uno de la
política con P mayúscula entendida como compromiso, servicio y
lealtad, otro de las artes plásticas, que marcó el tránsito del
academicismo clásico a la integración de una idiosincracia que dotó
de un lenguaje nacional y nacionalista a la figura: José de Jesús
Rafael Terán Peredo y Jesús Fructuoso Contreras, personajes del
siglo XIX que nacieron y crecieron en este terruño y que tuvieron en
común el peculiar talante del Aguascalentense.
¿Qué
es ser aguascalentense?
¡Ser
aguascalentense es un estado de ánimo!
Conviene
haber nacido en esta tierra que nada otorga de oquis.
Conviene
haber aprendido a disfrutar de este sol y esta transparencia que
dijera el poeta Víctor Sandoval: “Si vas a Aguascalientes procura
que la luz no te deslumbre”
Conviene
haber vivido atardeceres en los que “Sangre de cielo en jacarandas
arde” que dijo otro poeta Eduardo Pérez Vázquez, desde la plaza
en que presentara armas el batallón de San Blas que combatió en las
guerras de reforma.
Pero
basta y sobra con compartir el talante de nuestra gente, que se fue
gestando en un arranque duro, con el fuerte presidio contra las
incursiones chichimecas, fortalecido en su lucha autonomista para
deslindarse de la Nueva Galicia y luego de Zacatecas, consolidado en
la Reforma, en la Revolución y en la Cristiada, como privilegiado
espacio para el diálogo renuente a la violencia, buscando el orden
en el reborujo, bulléndole al progreso, aleado en el crisol de sus
cruces de caminos, desde su fortuito enclave en tierra adentro, con
una sola aristocracia: la del de trabajo, la del esfuerzo, la de la
solidaridad, la de la convivencia.
¡Vocación
cosmopolita!
¡Vocación
de servicio!
¡Vocación
de respeto y tolerancia!
¡Vocación
democrática y liberal!
Jesús
Terán con su recia personalidad abrazó la causa de la república
que era la lucha contra los fueros, las castas divinas y las
dictaduras: la herencia de Hidalgo y de Morelos. Para nuestra
desgracia, pero también para nuestro fortalecimiento y consolidación
nuestra patria ha sido visto con codicia, cuando no con voracidad:
¡México como botín!. Primero el colonialismo europeo que, sin
embargo nos legó una historia, una lengua, unos valores que
confluyeron para formar una nacionalidad; luego el imperialismo que
nos cercenó el territorio aprovechándose de las guerras intestinas,
después nuevas acechanzas europeas que culminaron con la efímera
ocupación, aprovechando la división interna que al debilitar a la
Patria propició la sangría de población y territorio.
En
pleno siglo XXI los embates extranjeros siguen presentes: en las
presiones financieras, en la incertidumbre de la sucesión
presidencial de EE.UU., en la inestabilidad de los sistemas
económicos y políticos; pero también en lo interno, las fuerzas
que fueron vencidas hace siglo y medio y vueltas a vencer hace
ochenta y tantos años, retoman posturas que cuestionan la visión
liberal y libertaria, en que pueden convivir con respeto todos los
credos, y en que el laicismo es el sustrato común de la cosa
pública, como condición sine qua non del desarrollo personal libre
y responsable. Es momento de retomar el paradigma de Terán. El
respeto y sujeción a las instituciones, no a un hombre, que en sí
mismo las encarnaba, sino a su representación como símbolo de la
nación, del pasado común que quiere proyectarse al futuro. Es
momento de cerrar filas con la institución presidencial y defender
lo que tantos sacrificios ha costado y que no debiera cobrar ninguna
víctima mas.
Terán
marco la ruta y es compromiso seguirla y fortalecerla.
Santiago
Ramírez en su obra “Infancia es destino” señala lo importante
que es para el desarrollo pleno de la persona, tener una infancia
sana y un entorno amoroso, en un medio que propicie el crecimiento
armónico. Nuestra ciudad era una ciudad profundamente republicana,
la uniformidad de una arquitectura civil, con remates de monumentos
que agregaban el detalle estético. El virreinato nos dejó pocas
obras relevantes, pero la independencia, la reforma y el porfiriato
dieron ese sello armónico de una ciudad que es reflejo de una forma
de ser y de pensar, que conforma un carácter que se manifiesta en su
gente y que luego retroalimenta las expresiones de la convivencia:
artísticas, populares, educativas, en una palabra sociales. Ello
puede ser un elemento clave para explicar que aquí hubiera brotado
el germen del nacionalismo pre y post-revolucionario.
En
este medio creció Jesús F. Contreras, que luego afinó su genio
para dejar un legado de sensibilidad y destreza, y que se sobrepuso a
limitaciones físicas que, quizás a un temperamento con menos
fortaleza hubieran frenado. Retomando a los hombres de la Reforma
plasmó una gran parte de las esculturas que contribuyen a dar sus
bellas características al Paseo que para honrarlos se abrió en la
ciudad de México. Su obra enriqueció el pabellón de nuestro país
en la exposición universal de París en 1900. Ha sido parcialmente
recuperada y aquí a unos metros se incorporará a la modernización
del centro histórico que, respetando la traza dignifica a este
recinto y a su entorno.
El
talante aguascalentense también se ha puesto de manifiesto en el
Gobierno del estado que, a unos días de cumplir su mandato, sería
inadecuado e inoportuno ensalzar, por ello baste decir, que deja una
impronta que se inscribe con un sello propio dentro de la historia de
esta tierra. Hace unos días, los aguascalentenses asistimos al
informe y constatamos los logros del Sistema de Desarrollo Integral
de la Familia, que transformó en algo sustantivo lo que
tradicionalmente solo era acompañamiento. Dentro de pocos días
habrá de rendir su sexto informe el Jefe del Ejecutivo, el pueblo lo
evaluará en su dimensión de esfuerzo, creatividad y progreso, que
conjunta las emociones y las dimensiones de dos proyectos: el de
nación de Jesús Terán y le de nacionalidad de Jesús Contreras,
enfocadas al servicio público. Una obra que engarza la visión
libertaria y la visión sensible, con un ímpetu modernizador para
recolocar a Aguascalientes en la ruta que señala nuestro himno:
¡Dios
te otorgue el progreso y la paz!
¡Muchas
gracias!
Comentarios
Publicar un comentario