CULIACÁN:¿EL REGRESO DEL 007?
-Dijiste
que no te movía la venganza.
-Porque
lo que me mueve es el deber.
(Diálogo
entre el camarero y James Bond, Casino Royale, Ian Fleming)
En
una acción perfectamente planeada, concertada y ejecutada una
pandilla de delincuentes asaltó un convoy del ejército, que luego
de una acción contra grupos de delincuencia organizada, muy cerca
del lugar de origen del Chapo Guzmán, regresaban a Culiacán con un
delincuente herido que transportaban en una ambulancia. En un
suburbio cinco camionetas con hombres armados con armas de grueso
calibre, 50 mm., además de los consabidos cuernos de chivo AK-47 y
los R-15, atacaron el convoy militar, incendiaron alguno de los
vehículos militares, liberaron al detenido y en la acción
perecieron cinco soldados.
En
un acto luctuoso que el Secretario de la Defensa Gral. Salvador
Cienfuegos calificó como privado, no obstante la presencia de gran
cantidad de periodistas, familiares de los militares y efectivos del
94 Batallón de Infantería, en un enardecido e inusual discurso
calificó a los atacantes como “enfermos, insanos, bestias
criminales” y anunció que las fuerzas armadas “van con todo, con
la ley en la mano y la fuerza que sea necesaria”. Destaca
particularmente en el discurso del general el llamado al respaldo
moral de la sociedad que debe exigir que estos y otros criminales
“sufran” el castigo que merecen. En un tono enardecido y
obviamente lastimado el Gral. Cienfuegos anticipó las acciones de
represalia tendientes a castigar a los delincuentes que, al parecer
ya se iniciaron con labores de búsqueda y localización.
El
Partido de la Revolución Democrática en una declaración mas que
oportuna, oportunista, señala que este grave atentado no debe ser el
motivo de acciones de venganza, que se aparten de las normas que
rigen a un estado de Derecho y que nada justificaría que no se
respetasen los mínimos derechos que nuestros ordenamientos señalan
para la investigación y persecución de los delitos.
A
partir del atentado, se suscitaron como era de esperarse,
comentarios, reflexiones y, por supuesto, muchas especulaciones. Se
habló de que el artero ataque pudiera haber sido ordenado por los
hijos del Chapo, Jesús e Iván Archivaldo, quienes rápidamente
hicieron llegar a algunos medios de comunicación una declaración en
que se delindan de los hechos. Señalan, seguramente en un comunicado
que resulta razonable, que si no encabezaron ninguna acción de
venganza o represalia cuando la captura de su padre, menos lo harían
en esta ocasión, precisando que sus conductas se han apartado de la
violencia y de las acciones delincuenciales.
La
acción criminal por supuesto es reprobable y ningún atenuante puede
esgrimirse en contra de la acción de los delincuentes, pero el texto
del discurso del Gral. Cienfuegos y el contexto invitan a realizar
algunas reflexiones suscitadas por los sorpresivos e inusitados
acontecimientos, incluido desde luego el discurso que, si no es
amenaza, por lo menos es una seria advertencia de una acción que,
seguramente muchos mexicanos esperamos, para el combate de criminales
que, enferman a nuestra niñez y juventud, corrompen a las
autoridades a todos los niveles, y sumen en el desconcierto y no
pocas veces en la anomia, a la población que poco o nada puede
hacer, frente a este Leviatán.
El
especialista en materia de seguridad Eduardo Buscaglia ha señalado,
para quien lo ha querido oir, que el endurecimiento del combate a los
grupos delincuenciales, en particular con la utilización del
ejército, que se incrementó a partir de la desafortunada
“declaración de guerra” del entonces Jefe Supremo del Ejército
Felipe Calderón Hinojosa, trae como consecuencia que la delincuencia
organizada que obtiene pingües ganancias de su actividad ilícita,
está en condiciones de conseguir todo tipo de armamento comparable
al del Ejército y puede enfrentarse en algunas acciones en relativas
condiciones de igualdad. Mientras el equipamiento de los delincuentes
puede realizarse de un momento a otro, el Ejército (lo han publicado
columnistas especializados) depende de la concesión que durante
muchos años detentó una solo persona para importar armas. Buscaglia
ha sostenido que el combate tiene que pasar, indispensablemente, por
el ataque a los mecanismos financieros de esos grupos, que, se
aprovechan de instituciones y figuras aparentemente correctas para el
“lavado” y para la distribución de “estímulos” (cohecho y
concusión).
Preocupa,
y seguramente ello está en el pensamiento del Gral. Cienfuegos, que
haya fallado la inteligencia militar. En una guerra es inadmisible la
aparente ligereza con la que se desplazó el convoy militar. Preocupa
que en las inmediaciones de Culiacán, practicamente a la entrada,
puedan moverse y apostarse esperando la llegada de los militares
cinco o mas camionetas con hombres fuertemente armadas sin que hayan
sido detectadas ni por policías ni por militares que pudieran haber
puesto sobre aviso al convoy. En las películas, y se perfectamente
que esto no es cine sino triste realidad, suele haber “scouts”,
avanzadas que tanteen el terreno y comuniquen si es posible
transitar. En una guerra, y si esto no es guerra se parece bastante,
todas las precauciones son pocas, todas las previsiones son
indispensables, todos los cuidados deben tomarse. Es natural que el
Gral. Cienfuegos esté indignado por el ataque y seguramente mas
porque el convoy haya sido sorprendido en la forma que lo fue.
Ante
un ataque de esta naturaleza el ciudadano común piensa que hubiera
sido conveniente escuchar al Presidente de la República, a la
Procuradora General de la República, al Secretario de Gobernación,
anunciando un plan de combate a la delincuencia organizada que vaya
mas allá de la respuesta airada que costará muchas vidas, de uno y
otro bando, mexicanos todos, que no tendrían porque morir, toda
muerte con violencia provoca esa sensación de desamparo y
desesperanza que de un tiempo para acá nos invade a muchos
mexicanos. Es natural, quizás incluso normal, que la ira provoque un
deseo de venganza. Simon Wiesenthal, aquel implacable perseguidor de
los criminales de guerra nazis, acuñó un lema que podría ser
divisa para el combate de la delincuencia organizada y en particular
de los responsables del ataque en Culiacán: “Justicia, no
venganza”.
Comentarios
Publicar un comentario