MAS FUERTE QUE NUNCA
El dieciséis de septiembre de mil novecientos diez, Don Porfirio Díaz, presidente de México se encontraba más fuerte que nunca, luego de treinta años de gobiernos exitosos en que el voto popular y la aprobación del pueblo le tenía en los mas altos lugares de popularidad. La celebración del Centenario de la Independencia con la inauguración de obras alusivas en casi todo el país, la apertura de la Universidad Nacional, la inminente conclusión del Palacio de Justicia y un gran desfile militar con la participación de contingentes de los más importantes países del mundo, hicieron del aniversario la apoteosis de Don Porfirio, reconocido en el exterior y aclamado en el país, alcanzaba el pináculo de la veneración popular a la que cualquier jefe político de cualquier país hubiera aspirado. El caudillo estaba exultante, la paz porfiriana había traído orden y progreso, su lema “poca política y mucha administración” se reflejaba a lo largo y lo ancho del país, tanto que hasta la fecha no hay pueblo respetable de nuestra patria que no pueda presumir alguna obra relevante del porfiriato. Apenas dos meses y cuatro días después la gesta torpe, calificada de heroica por muchos, de los hermanos Serdán en Puebla fue el banderazo de salida del descontento acumulado por la gestión desgastada del viejo dictador. Cansado y agobiado, pero no derrotado, prefirió luego de la gresca de Monterrey, renunciar, en un gesto que mucho le honra y que no ha sido justipreciado, quizá porque los “revolucionarios” desperdiciaron la oportunidad de organizar una república democrática, hasta la fecha. Cinco meses después Don Porfirio, Carmelita y sus cercanos abordaron en Veracruz el buque “Ipiranga” para exiliarse en Europa en donde fue recibido con honores de jefe de estado en todos los países que visitó. “Sic transit gloria mundi”.
No pude menos que pensar en Don Porfirio Díaz, luego de escuchar a la Sra. Pte. Claudia Sheinbaum, alardeando de su fortaleza, lo más alejada que pudo de la capital de la república y de la macha de protesta, convocada, aunque no exclusiva de la llamada generación “Z”. Mientras en las más importantes capitales del país, marchaban grupos relevantes de inconformes, que juntos todos, hubieran llenado varias veces el Zócalo capitalino, ella, haciendo suyo, como lo hizo también Andy López Obrador, el lema de Carlos Salinas de Gortari: “ni los veo ni los oigo”, desdeñaba las críticas, hacía oídos sordos a los reclamos, hacía caso omiso de las injurias y se hacía disimulada ante un descontento inocultable, mientras recibía el incienso de un grupo escogido de partidarios beneficiarios de las limosnas gubernamentales. El antiquísimo proverbio griego reza. “A quienes los dioses quieren destruir, primero lo vuelven HIBRIS”. La palabra hibris se suele traducir por locura, pero no es precisamente una insanía mental, se puede entender como arrogancia, altanería, insolencia, soberbia, ...que lleva a desafiar los límites divinos o morales. Este comportamiento, que a menudo implica la creencia de ser igual a los dioses, resulta en una transgresión que atrae la necesaria caída y castigo (némesis) del personaje. Cfr. Espasa-Calpe. Esa “hubris” era soportable en AMLO por la cachaza, desenfado y desparpajo con los que solía asumir las críticas y manifestaciones opositoras, aparentando que se le resbalaban y no le afectaban mayormente. La Sra. Pte. menos dotada para el histrionismo y reducida por los tratamientos faciales a una máscara con un simulacro de sonrisa congelada, no puede, sin embargo, disimular la cólera que le produce el más mínimo señalamiento crítico.
El mero anuncio de una marcha de protesta le provocó una desazón imposible de disimular. Se cuenta que Don Adolfo Ruiz Cortines, el último presidente con fama de equilibrado, mesurado y sabio, cuando alguien le hablaba de alguna persona, describiéndola como muy inteligente, contestaba: ¿Para qué?. Es cierto, nadie puede ser inteligente esférico, por citar a contrario sensu la clasificación de Don Hermenegildo Torres. Cuando me insisten que la presidente es científica y muy inteligente, suelo preguntar ¿para qué?.
A bote pronto, luego del desastre más o menos controlado del sábado, uno tendría que preguntarse y preguntar:
¿Quién tomo la decisión de levantar esas vallas dobles, mandando un mensaje de inseguridad, temor e incompetencia?.
¿Por qué la presidente decidió abandonar la capital de la república, lejos de permanecer y afrontar las críticas en Cd.Mx. y en otras capitales del país?.
¿Por qué se permitió en una abierta provocación y de alguna manera desaliento a la generación “Z”, la presencia de CNTE, comparsa reconocida de la 4 “T”?.
¿Por qué la Pte. descalificó la marcha de protesta en abierta violación al artículo 6° constitucional, todo ciudadano, oposición o no, tiene derecho a protestar?.
¿Por qué la Pte. de una forma u otra infundió temor, desalentó, desprestigió y minimizó la marcha de protesta?.
¿Por qué la Pte. ordenó las vallas mandando un mensaje de inseguridad y peligro para las personas que pensaran acudir a la marcha?.
¿Por qué si se bloquearon los accesos al Zócalo y no se podía acceder sino por determinados puntos sujetos a vigilancia, pudieron pasar personas armadas y cargando herramientas pesadas?.
¿Por qué nos ha mentido respecto de la existencia del cuerpo represor de los “granaderos” que se ha vuelto a presentar varias veces?.
¿Por qué ese grupo antimotines profesionalizado no “encapsuló” a los vándalos que no eran arriba de doscientos?.
¿Por qué las fotografías tomadas desde cierta altura muestran tras las vallas a grupos que luego se constituyeron en los iniciadores de los disturbios?.
¿Por qué no se reprimió la violencia policíaca que, supuestamente por entrenamiento, capacitación y disciplina no debería descontrolarse?
¿Por qué Sra. Pte. en lugar de enviar un mensaje de concordia, de unión, de respeto, de perdón, de paz, recurre a su revictimización y la de los órganos represores?.
En fin, demasiadas preguntas sin respuesta y demasiadas respuestas insensibles, autoritarias, socarronas y arrogantes. Lo más grave para el país, para su gobernabilidad, para su paz social, es que la mentira, la insensibilidad y la soberbia han traído como consecuencia la falta de respeto que en seguida traerá la pérdida de autoridad. Por el bien de México, es necesario que la Presidencia recupere ese respeto, pero, lamentablemente no es un don gratuito, la Sra. Sheinbaum tendría que ganárselo. ¿Lo entenderá? ¿Tendrá con qué?.


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