EL OTRO VIACRUCIS
La
Semana Santa transcurre con un recogimiento que recuerda las semanas
mayores de hace algunos lustros, los centros de diversión cerrados,
cafeterías y restoranes también cerrados, el comercio casi todo con
las cortinas bajadas, excepción hecha de los de primera necesidad:
abarrotes, medicinas y teléfonos celulares y ventas en abonos, que,
por la primera necesidad de sus dueños: la ambición y la avaricia
permanecerán abiertos aún a costa de la salud de sus empleados.
La
Semana Santa es, como cada año, fijada por un calendario ritual
empatado con el calendario lunar que hace que, siempre, el viernes
santo sea el viernes más cercano a la luna llena y en relación con
el equinoccio de primavera, sólo que este año los motivos de
meditación no son los tradicionales: la última cena, el lavatorio,
el pésame, previo a la explosión de júbilo de la resurrección. El
sábado de gloria, que luego la liturgia corrigió para colocarlo
definitivamente en el domingo. Ahora la reflexión está centrada en
preocupaciones más mundanas y por lo mismo mas apremiantes:
preservar la salud y preservar los ingresos que garanticen la
supervivencia.
Son
pocos, muy pocos los mexicanos que puedan disponer de un ahorro que
les permita sobrellevar dos o tres semanas de inactividad,
especialmente si se trata de viejos aún cuando cuenten con una
pensión. Salvo el caso de algunos afortunados como los jubilados de
Pemex, los de la CFE, muchos maestros que pudieron tener dos o mas
claves, y algunos otros, la mayoría de los pensionados,
particularmente los que sobreviven con la pensión del Seguro Social,
la mayoría no tendrán recursos para soportar ni una semana sin el
ingreso adicional que de algún modo se agencian.
Aunque
de acuerdo con las cifras oficiales la tasa del desemplo no llega a
dos digitos, sabemos que eso no es cierto. Desde hace algún tiempo
las encuestas lo matizan señalando como desempleado sólo al que
manifiesta no tener ninguna ocupación o al que manifieste no haber
estado ocupado algunas horas en la semana. Con ese criterio aún lo
habituales parroquianos del antiguo Café Fausto y los ocupantes de
las bancas de la plaza por personas con ocupación. Vendedores
ambulantes, saltimbanquis, cambaceros, tianguistas, mujeres que
venden “cena”, “mil usos”, ahora, repartidores de comida, o
profesionistas subempleados o desempleados que se contratan como
“taxistas” en las aplicaciones de internet, pasan por “tener un
empleo”, cuando en rigor sus ingresos son escuetos, variables y
como ahora, afectados casi por completo con las restricciones
sanitarias.
La
aparición repentina del virus COVID19 con un altísimo grado de
contagio, exacerbado por la rapidez y generalización de los viajes,
ha puesto en crisis a los servicios médicos de, practicamente todos
los países. No sería hiperbólico decir que ha puesto en crisis al
mundo. Olvidémonos de las etiquetas políticas, aún los países con
los mejores sistemas de seguridad social, áun los mas avanzados en
términos de salubridad y servicios médicos, aún los mas aislados
geográficamente están sujetos a la epidemia y a sus consecuencias.
El riesgo mas alto se nos ha dicho, proviene no de de su letalidad
que, aparentemente no es mayor que las de otras epidemias de virus de
naturaleza semejante, sino de la facilidad y rapidez de su contagio y
sobre todo, del hecho de que una persona que aún no manifieste los
síntomas de la infección ya puede ser un vector de diseminación y
contagio.
En
tanto no se descubra o se creé una medicina eficaz o no se
desarrollo una vacuna útil, la naturaleza hará su trabajo, los
menos dotados sucumbirán o sucumbiremos, los demás, la mayoría
sobrevivirán sin mayores secuelas. La cuestión, lo sabemos también,
es tratar de que la curva de contagio se “aplane” con objeto de
no saturar los servicios médicos y el equipo disponible de manera de
brindar mayores oportunidades de supervivencia a los menos dotados.
No hay alternativas, o te aislas o te aislas. No hay suficiente
equipo de protección ni siquiera para los médicos y personal de
enfermería y paramédicos, menos para la población en su conjunto.
Como el virus no se ve, puede estar agazapado en el lugar menos
pensado: en el periódico que recibimos por la mañana, en el sobre
de la correspondencia, en el envase de la leche, en el saludo mas
amistoso, en el beso mas inocente, en la palmada mas reconfortante,
en el barandal, en la perilla, en la manija, etc., etc.. Médicamente
no hay mucho mas que hacer.
Aunado
a la tremenda crisis de salud, las medidas necesarias, indispensables
para evitar que además del corona virus no se adicionen otras
calamidades como las están experimentando países tan disímiles
como el Ecuador y los EE.UU., provocan necesariamente una crisis
económica que rebasa los ámbitos nacionales, pero nuestro aquí y
ahora, es aquí y ahora. Habrá que pensar, que duda cabe, en la
medidas a mediano y a largo plazo, una crisis económica como la que
se avizora no podrá resolverse en unos cuantos meses, pero lo
inmediato, lo de hoy, lo de mañana, requiere atención y medidas
prioritarias.
Luego
de una larga cadena de decepciones, el informe del Presidente López
Obrador del pasado domingo, fuera de la teatralidad de hacerlo en el
espacio vacío del patio de honores de Palacio Nacional, fue una
reiteración de sus planes ya conocidos, una apología de su persona
y su gobierno: nuestra honestidad, nuestra incorruptibilidad,
hablamos con la verdad, etc., nos salvará; la condena a la herencia
maldita y el llamado al optimismo. Las recetas mágicas y mentirosas:
Crear dos millones de empleos en nueve meses equivale a crear 7,400
empleos diarios, ni como enterradores para todo el mundo, (perdón
por el chascarrillo de pésimo gusto), forzar a las medianas y
pequeñas empresas a mantener los pagos íntegros en violación de
las disposiciones de la ley Federal del Trabajo, traerá a no muy
largo plazo el cierre de muchas fuentes de empleo. No dar o propiciar
alternativas para la subsistencia de las empresas y los empleos, y no
estoy hablando de Slim, de Bailleres, de Larrea, de Salinas Pliego y
otros de su calaña, es un crimen de lesa humanidad.
Sr.
Presidente: los mexicanos estamos en espera del estadista que Ud. nos
prometió: un Presidente para todos los mexicanos que se olvide de
sus prejuicios y piense y actúe en favor de su país y sobre todo de
su gente.
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