LA GUARDIA NACIONAL DE SAN GARABATO CUC*
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San Garabato Cuc., simpático pueblito imaginado por Rius en su
revista Los Supermachos.
A
Don Perpetuo del Rosal, presidente municipal perpetuo de San Garabato
Cuc, se le criticaba fuertemente por las fuerzas vivas (Chon Prieto),
las fuerzas rezanderas (Doña Emerencianita) y los intelectuales
(Calzonzin) del pueblo, que pasara mas tiempo en la cantina que en la
Presidencia Municipal, de manera que tomó la determinación,
bastante atinada a juicio del Lechuzo, (su comandante de policía),
de trasladar la Presidencia Municipal a la cantina y asunto
concluído. Tal parece que los asesores, digo, para tener a quien
echarle la culpa, del Presidente Electo descubrieron el hilo negro,
la fórmula infalible para no violar la Constitución, tan sencillo
como modificarla, y asunto terminado. Si
la Constitución dice que en tiempos de paz, el ejército no podrá
tener mas funciones que las estrictamente militares, pues no hay mas
que adicionarla, para que ahora diga que también podrá combatir a
la delincuencia organizada, a la poco menos organizada y a la
desorganizada. El
plan de pacificación y seguridad, o como le hayan llamado, echa mano
de una figura prevista en la constitución de la república: la
Guardia Nacional y dándole una revolcada, la propone, mandada por el
ejército a combatir la delincuencia.
Ya
sabemos que nuestra Constitución recuerda aquella adivinanza de los
juegos infantiles: “Una señora muy aseñorada, con miles de
parches y ni una puntada, ¿Qué es?” la respuesta por supuesto es:
la gallina, pero igual podría ser: la Carta Magna, con mas de
seiscientos parches, en sus poco mas de cien años de vida. Si
recordamos, además, que tiene tan sólo 136 artículos, con una
simple división encontraremos que en promedio cada uno ha sido
reformado mas de 5 veces, así es que ¡Una mancha más al tigre!. La
cuestión, sin embargo, va mucho más alla de la simple aritmética
constitucional, implica presupuestos de libertad, de legalidad, de
derechos humanos y de acotar uno de los instrumentos mas peligrosos
que ha inventado la humanidad: el ejército, que, como todo
instrumento puede ser “tocado” bien o mal, y usado para bien o
para mal.
Creo
que en algunas de estas colaboraciones ya lo he mencionado, pero me
parece que sigue siendo aplicable: la leyenda judía del Golem. Según
viejas tradiciones de las que eran depositarios los rabinos, si una
noche determinada, prevista por el calendario religioso un rabino
formaba con barro una figurilla humana, y
luego de recitar ancianos ensalmos, inscribía la palabra “emeth”
(vida) en su frente y soplaba sobre ella, le infundía vida. El
Golem, que así se llamaban aquellas criaturas, se convertían en
sirvientes del rabino, ¡Ah! Pero no para siempre. Llegaba un momento
en que alcanzado cierto tamaño podía rebelarse y convertirse en una
fuerza incontrolable. De allí que, el rabino, siempre atento, a las
primeras manifestaciones de desobediencia, tendría que aprovechar o
buscar la oportunidad para borrar de la inscripción en la frente la
primera letra “e” y transformar la palabra en “meth” (muerte)
y acabar así con el Golem y con el peligro.
Cuando
colaboraba en otro diario de la localidad, luego de un artículo en
que aludía a un incidente en Tlalixcoyan, Ver., el Director me
comentó: “Hay que tener cuidado con cuatro temas: el Presidente de
la República, la Jerarquía Católica, el narcotráfico y el
Ejército, y agregó, y el mas delicado es el Ejército”. Creo
que su recomendación sigue siendo válida, es un tema delicado, por
lo mismo hay que abordarlo. No es por nada, que en muchos estados
democráticos el ministerio o secretaría de Guerra o Defensa
Nacional, o cualquiera que sea la denominadión, no está en manos de
militares sino de un civil. El mismísimo Winston Churchill decía
que la guerra era algo demasiado importante como para encargársela a
generales.
Nuestro
ejército actual tiene un origen y una conformación popular y ha
dado muestras repetidas de lealtad a las instituciones y no hay
ninguna razón para desconfiar, aún así, de sus filas surgieron
Victoriano Huerta y Saturnino Cedillo. La fórmula de operatividad de
las repúblicas democráticas es la división de funciones, que
tradicionalmente ha sido conocida como división de poderes, pero que
hoy en día, la complejidad de la administración pública requiere
muchas mas que las tres funciones a que aludía Monstesquieu. Reunir
funciones diferentes bajo un mismo mando puede resultar ser la
creación de un Golem.
Para
ningún ciudadano mexicano, me refiero a los mayores de 18 años,
resulta desconocido que fue a partir de la llamada guerra de
Calderón, en que el Presidente declaró la guerra al narcotráfico,
matizándola luego como combate a la delincuencia organizada, que el
Ejército Mexicano y la Marina Armada iniciaron funciones reservadas
para las policías. Menos conocido es que anteriormente el combate al
narcotráfico era competencia exclusiva de la P.G.R. con apoyo
eventual de las tropas armadas, y que fue a partir de un cambio
legislativo propuesto por el presidente Fox que se les dió
competencia a las policías estatales y municipales, despertando el
apetito por alguna rebanada del pastel. Ni el Ejército ni la Marina,
ni las policías estatales ni las municipales, tenían y quizás no
tengan la preparación y la “inteligencia” para el combate a la
delincuencia organizada, la prueba está en que, tras doce años de
“guerra” los resultados han sido totalmente negativos. Los
cientos de miles de muertos, las decenas de miles de desaparecidos,
el incremento galopante de las adicciones y la utilización de
menores por la delincuencia, hablan
por sí solas.
Ojalá,
el Presidente Electo, se diera un tiempo para recordar sus promesas
de campaña, no por ser promesas, sino por ser producto de un
conocimiento y una meditación de años. Él consideraba, hace no
tanto, que resultaría saludable que el ejército, se entiende que la
marina también, regresasen a cumplir sus labores de seguridad
nacional. El combate a la delincuencia organizada podría, sí,
encargarse también a una guardia nacional, prevista en la
Constitución, pero no bajo el mando o la autoridad de los entes
militares. La Suprema Corte en una resolución que sin duda la
enaltece, resolvió la inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad
Interior propuesta por el presidente Peña Nieto. Aprendamos de la
resolución y de la Corte, respetemos la Constitución y Sr.
Presidente Electo, faltan pocos días para que jure su cumplimiento
¿por qué no empezar a respetarla y cumplirla desde ahora?.
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