TLCAN DE TRATADO A MALTRATADO
“Golpeé
fuertemente sus puños con mi rostro, luego metí furiosamente mi
nariz entre sus dientes y lo arrojé pesadamente al suelo sobre mí”
Anónimo.
Pues
sí, claro que me gustaría unirme a las expresiones de júbilo que
festinan el logro obtenido el “acuerdo de entendimiento” que
sustituirá al Tratado de Libre Comercio para América del Norte, o
que sentará las bases para la revisión del TLCAN, o que mientras
Canadá decide si le entra o no, nosotros (muy listitos) ya
conquistamos no solo el corazón de Mr. Trump, sino que nos le
colamos por el ala izquierda con el refuerzo oportuno del
representante de AMLO, y logramos un “satisfactorio” acuerdo que
nos deja tranquilos y al punto de obtener el premio nobel de los
tratados, que no se si exista, pero que si no existiese habría que
crearlo.
Yo
no lo festino, aunque pudiera incurrir en ser sujeto pasivo de la fea
expresión del presidente Peña “ningún chile les embona”,
porque, primero, por principio no festejaría nada que le pareciera
bien a Mr. Trump, ni siquiera un triunfo de los Dallas Cowboys en el
hipotético caso, God libre l’ora, de que se le ocurriera ser su
fan; segundo, porque los güeros nunca han dado paso sin huarache y
los tratos con ellos, buenos o malos, siempre han sido peores para
nosotros; tercero, lo dijo el inefable Mario Moreno “Cantinflas”
no se si citando a Carlos León o porque se le ocurrió a él solito,
somos “buenos vecinos”, nosotros somos los “buenos” y ellos
los “vecinos”; cuarto, Don Porfirio, con la sensibilidad que le
caracterizó para pacificar y gobernar mas o menos sin sobresaltos
durante 30 años, tuvo que lamentar, lamentarse y lamentárselas
“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados
Unidos”, y quinto, de autor anónimo son nuestros ¡ODios! vecinos
del norte. Dicho lo anterior, no habría mucho mas que decir, pero
hay que desquitar, ¡qué remedio! Y todavía quedan dos cuartillas
por delante.
Desde
luego que los contenidos y alcances del tratado o acuerdo de
entendimiento, exceden con mucho el espacio de esta columneja y las
entendederas de este escribidor, que amparado en la sentencia de
Virgilio:
Audentis
fortuna
iuvat,
Eneida
X, 284, ques’que
el destino ayuda a los audaces, se vale de ello para emborronar
cuartillas. Algo se podrá decir.
Llama
la atención, para que es mas que la verdad, y la llamó desde un
principio que, aunque nosotros en México lo conocimos como tratado y
hasta donde se
sabe, lo ratificó el Senado Mexicano cumpliendo con el artículo 133
de la Constitución que claramente dice: Esta
Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella
y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y
que se celebren por el Presidente de la República, con aprobación
del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión.
Clarito dice Juán Sánchez. Para nosotros era, ¡es!, mientras el
Senado no diga otra cosa, ley suprema. ¿Y el Senado?, al parecer ya
pronto se instala y entonces tendrá algo que decir, espero, porque
en una república democrática, representativa y federal, los poderes
deben respetarse y mientras lo acordado por los negociadores no sea
firmado por Enrique Peña y por el Senado, no tendrá la fuerza de un
tratado.
Pero,
(¡¿quién inventaría los peros?! ¿Eva o Adán o Lilith?) resulta
que para los del norte, ha sido solo un “agreement” (acuerdo o
convenio) no un treaty (tratado) y tienen un artículo similar al de
nuestra constitución en la suya que es mas cortita y mucho menos
reformada que dice: The
Constitution provides that the president "shall
have Power, by and with the Advice and Consent of the Senate, to make
Treaties, provided two-thirds of the Senators present concur"
(Artículo
2, sección 2), que
básicamente expresa lo mismo. Para los güeros internamente no fue
un tratado, aunque justo es decir que la Convención de Viena sobre
los tratados comprende todo tipo de acuerdos, convenios, tratados,
etc., sólo que para los vecinos las reglas internacionales no son
sacramentales y pueden pasárselas, como lo han hecho en multitud de
ocasiones, por debajo del arco del triunfo.
Yo
sospecho que la euforia de Trump se debe a que logró lo que quería.
El “agreement” firmado por George Bush, queda hecho a un lado por
el nuevo. Aplicando sagazmente el apotegma “divide y vencerás”
sacó de la danza a Canadá que, cuando acordó, ya le habían echado
de lado la tambora, y sus socios habían fijado nuevas reglas sin
convidarlo al baile. Si no fuera porque lo hicieron prohombres de la
Patria, del saliente gobierno y del entrante, no faltaría quien
pudiera decir, citando a los clásicos, que es una gandallada. Ahora
para Canadá, como lo quería Trump, no queda mas que cabrestear o
ahorcarse. México
sucumbió a las presiones de Trump, el TLCAN pasará a mejor vida y,
de pilón, como ya entró en la negociación. aunque fuera como
elemento decorativo el representante de AMLO, el nuevo gobierno no
tendrá ni el recurso de patalear.
Queda
por ver si el nuevo agreement responde a los objetivos que motivaron
la suscripción del anterior:
a)
eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación
transfronteriza de bienes y de servicios entre los territorios de las
Partes;
b)
promover condiciones de competencia leal en la zona de libre
comercio;
c)
aumentar sustancialmente las oportunidades de inversión en los
territorios de las Partes;
d)
proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva, los derechos
de propiedad intelectual en territorio de cada una de las Partes;
e)
crear procedimientos eficaces para la aplicación y cumplimiento de
este Tratado, para su administración conjunta y para la solución de
controversias; y
f)
establecer lineamientos para la ulterior cooperación trilateral,
regional y multilateral encaminada a ampliar y mejorar los beneficios
de este Tratado.
El
TLCAN preve en su artículo 2202 la manera de realizar adiciones o enmiendas, textualmente
dice:
1.
Las Partes podrán convenir cualquier modificación o adición a este
Tratado.
2.
Las modificaciones y adiciones acordadas y que se aprueben según los
procedimientos jurídicos correspondientes de cada Parte,
constituirán parte integral de este Tratado.
Estrictamente
hablando no se requería hacer de lado todo el trabajo, toda la
experiencia y todo lo positivo que pudiera haber sido para México,
pero solo imperó una voluntad: “In GOLD we trust”.
"Será buen mexicano -decía [Porfirio Diaz]- quien quiera que logre la prosperidad y paz de México. Pero el peligro está en el yanqui, que nos acecha"
ResponderEliminar(Tránsito sereno de Porfirio Díaz, MUERTES HISTORICAS, Martín Luis Guzmán).