EL RETORNO DE LOS BRUJOS
No
es bueno creer en brujas, pero de que las hay las hay. Dicho popular.
El
retorno de los brujos (Le Matin des Magiciens, en el original en
francés) es el título del libro publicado en 1960, subtitulado Una
introducción al realismo fantástico. Lo escribió Louis Pauwels, en
colaboración con Jacques Bergier. Tomo algunas notas de su contenido
y presentación. En esta obra proponen que la realidad podría ser
mucho más compleja de lo que suponemos o imaginamos, y que nuestra
percepción de los hechos y nuestro juicio acerca de lo verdadero y
de lo falso podrían estar sesgados por todos los estándares,
concepciones y teorías convencionales establecidos, implícitos en
el sentido común. Lo que nos parecería falso, anormal o
«fantástico» podría ser simplemente lo que no cabe en la manera
común de ver las cosas. Y, desde ese punto de vista, sería mejor
apartarlo, olvidarlo: condenarlo, como diría Charles Fort. Lo que
proponen Bergier y Pauwels en su obra es que el lector se libere de
prejuicios, de teorías y concepciones caducas y vuelva a mirar
directa y valerosamente a los hechos cara a cara, uno a uno, por
fantásticos que resulten, antes de decidir con cuáles quedarse. «No
nos lo creemos todo,» escribieron, «pero creemos que todo debe ser
examinado.»
El
libro estuvo de moda en su tiempo y no era improbable relacionarlo
con el “boom” de la novela iberoamericana y su hilo conductor: el
realismo mágico. Yaguar Fiesta, Hijo de hombre, Cien años de
soledad, La guerra del fin del mundo, por citar solo a algunas
pusieron a nuestra América y a su magia (entendiendo por magia
aquello que para la visión y cultura occidental no tiene explicación
aparente), en primera fila de la literatura mundial. Intencionalmente
dejo aparte a Juan Rulfo y su Pedro Páramo en que la realidad, el
onírico, los mundos paralelos, el surrealismo, se entrelazan con las
consejas, las leyendas y una historia formidable en un texto sólido,
misterioso, sugerente, enigmático, pero sobre todo mágico.
En
este México que André Bretón, el padre del surrealismo, consideró
que se había anticipado a su bautizo, pueden acontecer las cosas mas
extrañas, que escapan a la lógica de un comportamiento razonable y
una vida social coherente, lo decía uno de estos días José
Woldenberg citando a un pensador europeo cuyo nombre se me escapó:
lo que hace falta a los países “latinoamericanos” es cohesión.
Lo he escrito somos un país en busca de ser una nación.
Dado
el contexto mágico no debería tener nada de extraño que Andrés
Manuel López Obrador, un político deshauciado hace seis años por
las buenas conciencias y el establishment, (dos caras de lo mismo),
con una persistencia de limosnero se inventó un movimiento, tomando
prestado de Raúl Alfonsín (ex-presidente argentino) el nombre y dos
o tres ideas, luego un partido político “Morena”, luego una
coalición y a caballo entre el descontento popular y su simpatía
personal sustentada en una imagen de hombre bueno, honrado y
madrugador (qué no se por qué la gente tiene la creencia de que es
bueno ser madrugador), logró lo que parecería impensable hace seis
años. Su programa no dista mucho de los que enarbolaba el PRI antes
de las cirugías plásticas y cirugías ideológicas mayores a que
fue sometido a partir de Carlos Salinas de Gortari, que aspiró a
transformarlo en el Partido Solidaridad. La diferencia fundamental
con el PRI de antes es que los de MORENA son buenos, son justos, son
honrados, demócratas y sabios. Algo así como lo que decía Monseñor
Ramón Godínez, que afirmó que las limosnas de los narcos se
purificaban al llegar a la Iglesia, las acciones políticas se
beatifican, las culpas se redimen, los errores se “desborran” y a
partir de que “el buen ejemplo cunde” Mexico se transformará en
la Ciudad del Sol, la Utopía o en chico rato hasta La Ciudad de
Dios.
Visto
desde esa óptica (como dicen los analistas a los que me trato de
parecer), no tiene nada de sorprende el retorno de personajes, que a
falta de otra denominación que comprenda toda esa fantasía o magia
del realismo mexicano, llamaré seguro de que me quedo corto: Brujos,
perdón, también brujas. Por orden de reaparición indudablemente
habría que señalar a la “maestra” Elba Esther Gordillo, que
después de requerir atención médica y hospitalaria por su precaria
salud, la resolución del Tribunal Colegiado, le devolvió no solo la
libertad, sino el vigor, la energía, el liderazgo (los millones los
había conservado), y que anunció, casualmente el mismo día que
AMLO se lo refregó a EPN en Palacio Nacional, el derrumbe de la
Reforma Educativa. Por antigüedad habría que mencionar a Porfirio
Muñoz Ledo, de quien según dicen ha encontrado la fuente de la
juventud en los productos alambicados y espirituosos, y que en sus
primeros tiempos cercano a Torres Bodet fue ideólogo y de los buenos
del tricolor, hoy en terapia intensiva. No sorprende la presencia de
un brujo de la iniciativa privada cuyas acciones fantásticas
llegaban a los linderos de la elusión fiscal (no evasión fiscal), y
que de no ser por las oportunas acotaciones de los morenistas,
cualquier despistado hubiera podido confundir con un miembro
destacado de la “mafia en el poder”, pero ahora con el ejemplo
cercano tendrá que hacer las paces con la memoria de Genaro Vázquez
y Lucio Cabañas, y el jefe de la oficina de la Presidencia, Alfonso
Romo será absuelto de sus pasadas culpas. Alfonso Durazo, que como
el mismo dice no hay mucha gente que conozca tan bien como él la
administración pública, es un ejemplo clarísimo de la Ley de
Lavoisier aplicada a la política: “los políticos no se crean ni
se destruyen, sólo se transforman” y por añadidura sometidos a la
prueba Diazmironiana aderezada por Carlos Monsiváis (tambien del
Olimpo de AMLO): “Hay plumajes que cruzan el pantano y no se
manchan, mi pantano es de esos”. Y que decir del autor de best
sellers Napoleón Gómez Urrutia que tuvo que recurrir al expediente
(frecuente en nuestro país) de trasladarse al extranjero para
prepararse exhaustivamente para cuando sea llamado por la Patria,
¿verdad Marcelo Ebrard?.
El
Realismo Mágico en plenitud. Todo está bien. Ni un copo de nieve
cae fuera del sitio donde debe caer.
No
se entonces porque retumban en mi cabeza las palabras de Marco Tulio
Cicerón: Quousque
tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
¿Hasta
cuándo abusarán de nuestra paciencia?
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