UNA JORNADA EN EL SENADO
SPQR
Senātus
Populusque Rōmānus.
Si
el desprevenido lector ha tenido la oportunidad de visitar Roma, la
ciudad en la que todos los caminos convergen, la ciudad eterna, la
ciudad en la que todos los romanos permanecen, dice el refrán
(romano por supuesto) que nunca encontrarás a un romano viviendo
fuera de Roma, habrá notado que en una gran cantidad de las obras
arquitectónicas de la Roma de los Césares, destaca la sigla SPQR,
que en roman paladino, castilla, o lengua nacional, como usted guste,
significa el Senado con el Pueblo Romano lo que significa mas allá
de su traducción literal el ideal de la República Representativa,
la unión en la política y en la obra pública del pueblo y el
gobierno, en donde el
ejecutivo, los cónsules, se convertían en ejecutores de los
senadoconsultos, órdenes materialmente ejecutivas aunque formalmente
legislativas. Claro que si no en Roma, en las fotos, películas,
documentales, revistas, etc. la sigla SPQR evoca la época dorada del
estado que dio ejemplo en la administración, en la milicia, en el
derecho, en la ingeniería y arquitectura, en las artes, y tantos
otros campos en que sigue encarnando el ideal “clásico”, dícese,
dice el diccionario de la R.A.E., del modelo digno de ser imitado.
Recordaba
la sigla en días pasados en que por el sino impreso por mi papá,
Teodoro Jesús,
“ay’
hijo, tu pagas porque te alquilen”, y por las palabras de estímulo
de amigos cercanos, me inscribí
para
participar en la selección de integrantes
del
Comité Técnico del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura
convocado
por las Comisiones unidas de Gobernación, Puntos Constitucionales y
Derechos Humanos del Senado de la República, y fui requerido para
comparecer ante ellas en la sede de Paseo de la Reforma y Madrid en
la Colonia Tabacalera. He de decir que el Senado conserva su antigua
sede, ahora relujada y funcionalizada (¿se dirá así?) en la calle
Xicoténcatl en el centro histórico de la ciudad de México, que por
dentro y por fuera forman uno de los sitios mas bellos de la capital.
Un edificio de gran nobleza, de arquitectura sobria, con elementos
virreinales, ahora con los patios cubiertos que crean un espacio y
una atmósfera para disfrutar y predisponen para el aprovechamiento
de las exposiciones, conciertos, paneles, mesas redondas,
conferencias, presentación de libros, etc.. Apenas saliendo del
espacio privilegiado de la Casona de Xicoténcatl, un gran atrio
frente al Museo Nacional de Historia, el MUNAL, con la obra
emblemática (adjetivo de moda, pero en este caso creo que preciso)
la escultura ecuestre de Carlos IV de Manuel Tolsá, el
famosísimo “Caballito” que parece haber encontrado su ubicación
definitiva. Enfrente el Palacio de Minería, a su lado el Palacio de
Correos, la administración No. 1, al fondo el de Bellas Artes. En
fin ¡una maravilla!.
El
nuevo edificio del Senado que reivindica para
la política el
sitio en el que se encontraban lugares de entretenimiento
emblemáticos (y dale con el emblemático),
el Ratón, el de Olga Breeskin, el sótano del Plaza Insurgentes, es
una construcción moderna, práctica, funcional, cómoda, a condición
de que lleves tu GPS para orientarte. Es posible que el arquitecto
haya tenido una intención hermenéutica:
v.gr. En la política suele haber mas de alguno desorientado. La
sección llamada el hemiciclo que recibe su nombre por su forma y que
pudiera ser, “no lo se de cierto” diría el poeta Sabines, una
alusión esotérica, alberga las oficinas de las
senadoras y los senadores, que por su distribución (la
circunferencia interna obviamente mas pequeña que la externa),
semejan “rebanadas de un pastel” .
Hay
una torre de servicios de apoyo, un gran patio central que da acceso
al gran salón del pleno, otras salas y salones, una librería, una
sección para servicios de aseo, un magnífico restorán con una muy
buena carta de comestibles y bebestibles ad hoc, y la infaltable
cafetería P3 con un estimable café en donde puede conseguirse
también un razonable “tente en pié”.
Salvo
el ingreso al edificio, que desde luego es infinitamente mas sencillo
que el ingreso al Senado, entraña alguna molestia totalmente
explicable: identificarse,
exponer la razón o la persona a la que se visita, dejar la
identificación que es canjeada por una tarjeta de visitante que ya
adentro nadie porta, ya dentro, se tiene absoluta libertad para
ingresar a las diferentes áreas. Algunos accesos, se entiende,
requieren justificación, por ejemplo un espacio denominado con un
nombre literario, casi poético, “Los pasos perdidos”
como
la novela de Alejo Carpentier, no logré saber si intencionada o
desintencionadamente, que es una especie de sala de estar de las
senadoras o senadores y algunos invitados especiales.
Para
un visitante neófito hay tres cosas que destacan: el orden y
limpieza, el clima de atención y amabilidad, y el ambiente de
trabajo, ¡sí! ¡sí! Así como se oye, de trabajo. Aunque
tengo la certeza que a mas de alguno de los desocupados lectores,
como al suscrito que habla, la alusión al trabajo provoque que se
ponga chinita la piel, en el Senado se trabaja y ¡mucho!. En las
oficinas de los representantes populares se revisan publicaciones, se
atienden solicitudes, se organiza la agenda, se prepara
correspondencia, se coordinan estudios, se preparan iniciativas, se
revisan dictámenes, se consigue material de apoyo, y multitud de
tareas semejantes que son, pudiéramos decir, aspectos logísticos,
hay una serie de tareas que implican el ejercicio político en el
sentido mas amplio y mas serio del término. El Senado es una caja de
resonancia de la República en donde, si hubiéramos de encontrar una
diferencia específica con la cámara de diputados, las y los
representantes populares son mas experimentados, por recurrir a la
expresión del admirado y recordado Profr. J. Refugio Esparza Reyes:
tigres de muchas rayas, pescados de mucha agua, venados muy
lampareados, famosos en veinte leguas a la redonda.
El
trabajo en las comisiones y el trabajo en el pleno quizás
no garantice leyes perfectas o acuerdos impecables, pero sí asegura
un desempeño serio, un ejercicio republicano, una convivencia
respetuosa, un esfuerzo político constante y orientado a una mejor
convivencia y a lograr mejores condiciones, que nos acerquen a la
vigencia plena de un estado de derecho.
¡A
mi no me lo crean! Pero se puede obtener ingreso como visitante y les
aseguro confiados lectores, que su percepción y su opinión del
trabajo en el Senado de la República cambiará.
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