DEBATIR O NOMÁS BATIR.
“El
que lanza lodo se ensucia la mano” Refrán.
Cuenta
la leyenda, urbana, suburbana, conventual o yo que sé, pero de que
cuenta, cuenta, que en el convento donde Santo Tomás de Aquino vivía
su productiva vida para la Filosofía (ancilla theologiae) sierva de
la Teología, falleció el prior, los monjes del claustro iniciaron
lo que ahora se llamaría el “cabildeo”, auscultando las
opiniones entre sus compañeros, cuando un grupo se acercó al Dr.
Angélico, él pregunto ¿Ustedes han pensando en alguno de nuestros
hermanos? Fray Alberto dijeron algunos, y, ¿cómo es Fray Alberto?
preguntó el de Aquino, es un santo respondieron, -Pues si es un
santo, que rece por nosotros-. Fray Esteban apuntaron otros, y, ¿cómo
es Fray Esteban? preguntó Santo Tomás, es un sabio contestaron,
-Pues si es un sabio, que nos aconseje-. Otros dijeron que podría
ser Fray Galiano, y él aquinatense preguntó ¿Cómo es Fray
Galiano?, es un líder contestaron, - Pues entonces que se ponga al
frente y nos guíe- concluyó el autor de la Summa Theologicae.
La
pregunta que se infiere es ¿Qué características queremos la
mayoría de los mexicanos para el próximo presidente de México?;
¿Qué sea campeón de oratoria? ¿Qué sea un magnífico “segundo”
cubre espaldas? ¿Qué sea un jóven maravilla? ¿Qué sea una
consorte afortunada, fiel y aplicada? ¿Qué sea un líder mesiánico
y obsecado? ¿Qué sea un burócrata de carrera? ¿Qué apabulle en
los debates? ¿Qué inspire confianza? ¿Qué tenga donde vivir? ¿Qué
no tenga inmuebles? ¿Que crea en Dios y en la virgen de Guadalupe?
¿Que tenga un manager impoluto? ¿Qué no tenga nada que ver ni con
Salinas ni con Fernández de Ceballos? ¿Qué le vaya al América?
¿Qué le tuerza la cara a Peña Nieto? O que pueda responder a los
planteamientos serios que devienen exigencias en un país sometido
desde hace décadas a una crisis interminable. Visto el debate queda
la sensación de que todos perdimos el tiempo y la oportunidad de
conocer algo mas que los ataques, defensas y contrataques que eran
completamente previsibles.
Seguramente
nuestros informados lectores habrán presenciado los debates que se
presentan en las cámaras del Congreso de la Unión, en los que
solamente las cámaras están pendientes del orador en turno, nadie
más para decirlo en lenguaje coloquial “lo pela”, aunque tras
esa puesta en escena hay multitud de ajustes, arreglos, cabildeos,
para construir los consensos. Sin duda habrán presenciado los
interesantísimos debates en el pleno de la Suprema Corte de Justicia
en donde sin límite de tiempo ni guillotinadores de cláusulas, los
ministros exponen sus puntos de vista sin mas limitante que la
extensión de sus propias cavilaciones. Seguramente mas de alguna vez
seguirían aunque sea por curiosidad como se desarrollan los debates
en las Cortes del Reino de España, en donde los integrantes del
Congreso de los Diputados se dicen hasta la despedida se sacan los
trapitos al sol con pelos y señales, pero eso sí, anteponiendo
respetuosamente el título se “Señoría”. Quizás tuvieron
oportunidad de ver las transmisiones del Parlamento Inglés en donde
cara a cara, literalmente solo separados por el “Bill of rights”
el primer ministro y el líder de la oposición, se espetan sin
miramientos adjetivos descalificativos que la flema británica
impediría decirlos en un lugar que no fuera un “pub” o el
parlamento.
Después
de haber contemplado esos ejercicios de parlamentarismo democrático,
el tristérrimo montajes que nos ofreciera la Productora INE, con
cuatro protagonistas y un antagonista representado el sainete
denominado “1er Debate Presidencial”, nos quedamos como el
ranchero que después de haber acudido a Bellas Artes a una
representación de Tosca de Giacomo Pucini, al regresar a su rancho
no faltó quien le preguntara “¿Y qué tal la ópera?” a lo que
el decepcionado espectador contestó: “Mucho canto y nada de
ópera”. Así en el debate, muchos chispazos, algunos fogonazos,
varios descalificativos, aparentes sablazos, esgrima y baños de
pureza y toneladas de lodo, pero en el fondo ni posturas serias,
salvo quizás Ricardo Anaya, ni actitudes serenas, ni una propuesta
confiable, ni un proyecto crítico pero viable y sí mucho hígado,
algo de corazón y poco muy poco cerebro.
Yo,
no tengo empacho en decirlo y desde luego no es una invitación a que
el desilusionado lector haga lo mismo, volveré a votar como lo hago
desde hace muchos años por Francisco Primo de Verdad y Ramos, el
síndico del Ayuntamiento de la Ciudad de México, oriundo de la
Hacienda de Ciénaga del Rincón de Mata, cuando esta pertenecía a
la jurisdicción virreinal de Aguascalientes, quien anticipando el
grito de Dolores, lanzó también su grito proclamando que la
soberanía había recaído en el pueblo con el “destronamiento”
de Fernando VII. Como homenaje a Primo Verdad y como expresión de un
deseo quizás irrealizable, ratificó mi vocación democrática
votando por un ideal.
El
formato aprobado por el INE constituyó una camisa de fuerza no tan
incómoda para algunos, que, se refugiaron en el expediente facilón
de alargar los tiempos para que le resultaren insuficientes. Otros
prefirieron la acusación epatante que, a fin de cuentas, resulta
intrascendente, que mas dan tres o cuatro departamentos clasemedieros
frente a las residencias de otros actores de la política, digamos
por ejemplo el rancho de Fernández de Ceballos, camino del amor
incluído. Que relevancia tiene una operación mercantil en que se
disimulan los valores en un país en que una importante cantidad de
las operaciones formalizadas se distorsionan los valores.
En
fin, quizás estemos a tiempo de que el INE replantée su puesta en
escena. ¿Por qué no seleccionar de las propuestas populares que se
le formulen seleccionar, digamos 50 temas en los que los candidatos
deban exponer su pensamiento y forma de abordarlos? Y luego publicar
en los medios de comunicación sus respuestas sin límite de espacio,
ellos valorarán si les conviene ser concretos o explayarse y luego,
digamos una semana después publicar las críticas que los otros
candidatos les formulen ya sin posibilidad de réplica. No habría la
tiranía del reloj, no tendríamos ventaja de quien sea un buen
polemista, no triunfaría el más ágil. En fin, es una propuesta
mas, convencido de que en un debate como el actual Jesús Martínez
“Palillo” ganaría por agilidad mental, el Lic. Ernesto Baez
Lozano de S.L.P. ganador del “Gran Premio de los 64,000 pesos”
por conocimientos enciclopédicos, Peña Nieto volvería a ganar por
“carita”, un tanto venido a menos, pero no nos aseguraría que
llegara el mas apto para gobernar.
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