AMLO: EL PUNTO SIN RETORNO

Hay un umbral

Hay un punto sin retorno

Sea o no el final

Quítame el disfraz

Y salva de la ruina nuestro hogar

El punto sin retorno. Vetusta morla.

Existe un punto de no retorno a partir del cual algún aspecto de la realidad cambia para siempre.

Puede ocurrir cuando conoces a alguien y a partir de la sonrisa veintisiete por poner algún número, algo cambia para ti de manera definitiva. Y empiezas a mirar a esa persona de otra forma y la escuchas con otra atención. Y te descubres con pensamientos nuevos, haciendo cambios en tu escala de prioridades y en tu agenda. En todas las adicciones hay un punto de no retorno donde la conducta hasta ese momento controlable se convierte en una necesidad que te tiraniza, es un límite en el que lo que era un medio para pasar un rato, compartir algo o distraerte, se convierte en un fin que somete tu voluntad a tu deseo. Y lo mismo es aplicable al juego, el porno, la cocaína, el café o el consumo de azúcar. Da lo mismo de qué se trate, existe un momento único, un punto de no retorno, a partir del cual comienza la cuesta abajo del descontrol, el autoengaño y el sufrimiento. Y si te esfuerzas mínimamente serás capaz de recordarlo. Los puntos de no retorno son cómo puertas a través de las cuales pasamos a realidades diferentes. Miguel Ángel Paredes, psicólogo.

Me parece recordar que la primera vez que oí hablar del “punto sin retorno” fue en la obra maestra de Stanley Kubrick, “Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb” película que en se distribuyó en los países de habla española como “Dr. Insólito o como aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba”. En ella un escuadrón de aviones bombarderos que por un desafortunado incidente vuelan hacía puntos críticos de la URSS, cruzan el famoso punto, que es el momento del recorrido en que se encuentran más cerca de su objetivo que de su lugar de salida y por lo tanto ya no podrían regresar a éste.

En la vida cruzamos muchas veces puntos sin retorno, que a veces identificamos sólo a posteriori cuando echamos una mirada retrospectiva. Momentos que nos marcaron y que cambiaron definitivamente nuestro derrotero. ¿Destino, capricho, intuición, inmadurez, ignorancia? El hecho es que modificaron nuestra vida y nos modificaron al no haber marcha atrás.

El presidente de la República había venido gobernando (es un decir) soportando sus decisiones en un proyecto de país que seguramente imaginó en sus juventudes cuando era seguidor de Luis Echeverría Álvarez y seguramente por lo mismo su estilo personal de gobernar, por hacer referencia a la magnífica obra de Daniel Cosío Villegas, remeda el estilo de LEA a quien José Fuentes Mares en su “Nueva guía de descarriados” define como: un político activísimo, mesiánico, locuaz y tarado. La idea de la transformación del país a partir de un líder carismático que encarna todas las virtudes, todas las habilidades, todos los conocimientos, que no habla sino pontifica, que no opina sino decreta, que no escucha sino condena, es una mala imitación de aquel. Echeverría hablaba, como AMLO de la transformación del país a partir de la transformación de las conciencias, Echeverría se enfrentó a España por unos etarras ejecutados por el gobierno español, Echeverría se puso todos los disfraces indígenas (en los indígenas es indumentaria en los políticos es disfraz) construyó centros ceremoniales, recibió bastones de mando y prometió la revindicación de las etnias, Echeverría proclamó que la política económica se regía desde los Pinos y así nos fue, Echeverría quiso transformar la educación y su esfuerzo se frustró porque los conservadores, los grupos de presión, las fuerzas económicas contrarias a su política le pusieron todas las trabas. Echeverría recorrió durante su campaña todo el país, desde rancherías hasta las grandes capitales y hablaba, hablaba, hablaba, hablaba…

AMLO pretende saber de todo, está convencido de que su palabra es mágica y como los ingenuos seguidores de corrientes new age, pretende transformar la realidad por decreto. Su palabra crea la realidad porque él encarna todas las potestades, virtudes inmanentes, es el heredero por voluntad del pueblo del Tlatoani, autoridad semidivina, dueño de la Palabra, (en el principio existía el logos y el logos estaba en Dios). Basta decir “acábese la corrupción” para que la corrupción desaparezca. No hay mas que pronunciar la invocación “abrazos no balazos” para que reine la concordia. Como taumaturgo tiene las facultades para limpiar todos los pecados y borrar todas las culpas, quien se acoge bajo su manto protector se vuelve honesto, justo y sabio. Sed tantum dic verbo et sanabitur anima mea. No en balde su formación protestante, como decíamos antes de Vaticano II.

Su gobierno (por llamarle de alguna manera) ha sido una cadena de traspieces, sus trompos no bailan, sus obras magnas son caricaturas de lo que hubieran sido en un gobierno de los que ha bautizado como “período neoliberal”. El sistema de salud colapsado al menos tuvo la posibilidad de camuflagarse con la epidemia de COVID. La economía y la educación en sus más bajos niveles de los últimos 25 años y la violencia, violencia, violencia. Violencia que alcanza en su “chou” mañanero las más bajas expresiones de injurias, descalificaciones, calumnias, difamaciones, burlas.

Su “chou” era bastante previsible. Autoalabanzas, denostaciones, embustes, cacería de brujas y búsqueda de culpables a quien echarles la culpa de los raquíticos resultados de su gobierno. Sin embargo el pasado viernes 11 en cadena nacional el presidente de la República públicamente delinquió, violó, todavía impunemente, la Constitución, las leyes de Transparencia, las Fiscales, cometió el delito de difamación, el de calumnias y el de amenazas en contra de Carlos Loret de Mola, porque éste divulgó la información de la mansión en que vivió su hijo José Ramón en Houston, Tex.. López Obrador tiene poco más de quince días desquiciado, intentado crear cortinas de humo para desviar la atención de esa noticia. El viernes cruzó un punto sin retorno, la noticia de la casa gris puso en crisis su discurso de austeridad y anticorrupción, sus reacciones han demostrado su perjurio cuando protestó cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan.

Dado el delirio que sufre el presidente es previsible que su comportamiento seguirá deteriorándose. ¡Quosque tandem Catilina, abutare patientia nostra!.



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