MENSAJE URGENTE PARA EL PROFE "CUCO" ESPARZA
Hace
pocos años publiqué esta columneja como “cuelga” por su
cumpleaños, hoy con la tristeza de la pérdida, la recupero como
homenaje para un hombre excepcional, el Profr. J. Refugio Esparza
Reyes.
Querido
Maestro:
Muy
urgente y todo, pero este mensaje llegará a Ud. un día después de
su cumpleaños, la programación del periódico y la desorganización
del escribidor hacen que esta columneja se publique los miércoles, a
veces los jueves y a veces ni se publica.
Me
preguntaba al iniciar estas deshilvanadas líneas cuántos años
cumpliría Ud., se que anda rondando los noventa pero se también que
un guarismo más o menos no significan nada para una vida que se ha
caracterizado por el trabajo constante, productivo, dedicado,
empeñoso y exhaustivo por decir algo, de tal suerte que Ud. ha hecho
del quehacer su ser, actualizando en su vida aquel proverbio de los
monasterios budistas: “día sin trabajo, día sin pan” y no le ha
faltado a Ud. y a su familia ni el trabajo ni el pan, ¡ah! Y por
supuesto tampoco el PRI, al que ha entregado también su pasión,
pasión que se formó en una de las más bellas y a la larga mas
incomprendidas herencias de una Revolución cada vez mas ajena, para
mal, a la vida pública de México: la Normal Rural.
Ochenta
y tantos, noventa o noventa y tantos no significan nada para personas
como usted, que por derecho y esfuerzo propio son intemporales. Ya se
que algún achaque le ha venido con los años, pero como decían en
el pueblo “en casa vieja no faltan goteras”. Las luchas dejan
heridas y las heridas cicatrices y su vida ha sido una constante
lucha, y vale aclarar, no enfrentamiento. Lucha para superar las
limitaciones, sólo materiales, de una familia campesina de una
ranchería “Mexiquito” que ya no existe físicamente pero que
puede ser metáfora de cualquier ranchería de la altiplanicie, en
que el campesino trabaja de sol a sol para arrancar el fruto magro de
una tierra cansada y de un cielo huraño.
Lucha
para luego de que con muchas limitaciones pero mucho más entusiasmo
terminase la educación básica y la secundaria, lograra ingresar a
la normal rural. Una de las pocas, poquísimas opciones de movilidad
social que la post-revolución ofrecía. Ud. me ha platicado y lo
conservo como un tesoro anécdotas de sus maestros, de sus
compañeros, de la camaradería rayana en el heroísmo en alguna que
otra aventura escolar que había de templarlo para la vida futura. No
quiero ponerlo por escrito por no faltar a la discreción pero sobre
todo por no poder transcribirlo con la sencillez, la emoción y el
vigor de quien las vivió.
En
la Normal Rural acabó de forjarse el carácter estoico, la
constancia a veces rayana en tozudez, el espíritu de sacrificio, la
entrega sin medida al servicio de los semejantes, todo aquello que
caracterizó a los maestros rurales y a aquella otra figura asemejada
a la caballería andante que eran las misiones culturales. La
vocación de servicio del maestro la puso Ud. al servicio de la
política y donde quiera que fue dejó constancia de su paso, señaló
rutas, fijó metas y dejó un ejemplo a seguir y un paradigma a
imitar.
Para
nadie es un secreto, menos para Ud., que su llegada al gobierno de
Aguascalientes, se debió a la voluntad, así era la política, del
presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, que como
“fiel de la balanza” sopesó las circunstancias políticas de la
entidad y que había seguido de cerca su trayectoria, desde aquella
intervención suya en aquella normal jalisciense en que coincidieron
Don Luis como enviado del Secretario de Educación y Ud. como enviado
del SNTE, y que sirvió para destrabar un conflicto que se
arranciaba.
Aguascalientes,
no ha tenido como Puebla, o San Luis o Morelia, una aristocracia,
pero más de alguno miró con escepticismo su llegada al gobierno. Su
sencillez que para algunos era simpleza, su desenfado que para otros
era desaliño, su interés por los problemas populares que no faltó
quien tachara de populismo, su fe en la juventud que la mayoría
tildó de candidez, su honradez acrisolada que los “vivos”
tachaban de falta de habilidad o malicia, parecían al arranque de su
gobierno obstáculos muy difíciles de remontar. Ah, y por supuesto
no faltaban las bromas como aquel epigrama de Pepe Pérez Landín que
decía más o menos: “Con tanta pinche comparsa/ y tanto cabrón
retoño/ el que fuera Cuco Esparza/ se convirtió en Padre Toño/
Pues cambió su estilo tierno/ por infantiles cariños/ y el Palacio
de Gobierno/ en la Ciudad de los Niños”.
El
pasado domingo, cuando nos encontramos en el restaurante del centro a
la hora del desayuno, y que “desairé” su invitación porque no
quise hacer mal tercio con doña Jesusita y Rubén, al despedirnos se
acercaron Alfredo Reyes y Armando Vázquez a saludarlo. Como siempre
Ud. se dio el tiempo, no obstante que Rubén lo apremiaba por su
compromiso en Villa Juárez, para platicar dos que tres anécdotas,
Alfredo escuchaba atento y Armando me dijo “Grábate esta escena no
se ven muy seguido” Doña Jesusita lo escuchaba con un arrobo como
si fuera la primera vez que lo escuchara, casi, como si se le
estuviera declarando. Aunque las anécdotas las ha oído una que otra
vez, David con una paciencia a toda prueba disfrutaba satisfecho la
admiración y el cariño que su padre recoge a cada paso. El “Mosco”
con genuino respeto escuchaba a una “institución” de la
oposición y nosotros, Armando y yo, disecábamos el momento para
platicarle alguna vez a nuestros nietos que conocimos al Profe
“Cuco”.
Por
allí salió a relucir cuando el Lic. Otto Granados le nombró
representante del Gobierno en la ciudad de México. Faltaré a la
discreción pero tómelo, Profesor como una “cuelga”, no me lo
puedo callar. El día de la toma de posesión del Lic. Granados Ud.
me dijo en el Hotel Andrea Alameda que si sabía de alguien que
pudiera interesarle comprar su casa se lo hiciera saber. Le pregunté:
¿Por qué quiere vender su casa Maestro?, - No la quiero vender,
necesito venderla – me respondió - traigo una enfermedad que
requiere tratamiento largo y costoso y es lo único que tengo de que
echar mano, para eso son los bienes, para remediar los males, pero
guarde discreción-. No la guardé entonces ni la guardo ahora,
vivía, quien lo iba a decir prácticamente al día, con una exigua
pensión. Se que cuando el Lic. Granados tuvo conocimiento de la
situación le ofreció el trabajo y se también que Ud. Maestro,
todavía se puso sus moños y condicionó su aceptación a que lo
acompañase Armando Romero. Y así fue.
Maestro,
perdone la indiscreción, estas cosas, deben saberse, no para
satisfacción ni vanagloria personales, Ud. y su gente, están más
allá de ello, sino para que las nuevas generaciones sepan que hay
personas que hacen de su vida un ministerio, que el esfuerzo, la
pasión, el trabajo, la congruencia también rinden buenos
dividendos: Una frente en alto y la satisfacción de la tarea
cumplida.
¡Descanse
en paz quien nunca descansó en vida!
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